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Opinion

La sangre que nos une

De acuerdo con las estadísticas –y comprendo que usted dude de ellas tanto como yo– en lo que llevamos del año 2017 se han registrado casi 6 mil homicidios en nuestro país.
Desde que se dio la alternancia democrática en Los Pinos con la salida del PRI y la llegada del PAN, el problema de la violencia ha empeorado en un espectáculo indecente que después de tres presidentes, ocho secretarios de Gobernación y un sinnúmero de responsables de la seguridad, se ha convertido en un caballo desbocado que ha producido dos fenómenos en México.
Por una parte, el error de diciembre de Felipe Calderón al sacar al Ejército a las calles en el 2006 para combatir al narcotráfico nos llevó a esta cruel paradoja en la que nuestras Fuerzas Armadas cumplen con actividades para las que no las preparamos, exigiéndoles además que sean duros, pero no demasiado porque no están procediendo como soldados sino como policías.
Y por otra, las fuerzas políticas siguen jugando a la ruleta rusa con esa situación, sin atreverse a aprobar una ley de responsabilidades que no signifique un cheque en blanco, ni una hipoteca para la impunidad, sino que resuelva un problema en el que las Fuerzas Armadas están bajo una completa indefensión legal.
¿Cómo es posible que no hayamos sido capaces de generar ni siquiera un mínimo cuerpo policial confiable, que no trabaje a ambos lados de la frontera?
¿Cómo es posible que no nos hayamos dado cuenta de que el efecto cucaracha en el que los delincuentes huyen del alcance de la justicia, sigue tan pujante como la demanda del mayor consumidor de drogas, Estados Unidos de América?
Ahora, después de 11 años, de miles de muertos, de haber gastado millones y millones de pesos y de dólares, y de vulnerar la estabilidad constitucional del país, seguimos en una situación que no ha resuelto los problemas de fondo.
Y es que no ha habido un reparto de responsabilidades por los muertos que costó cada Presidencia y tampoco los secretarios de Gobernación han pagado por lo que significa haber tenido el control interno del país y ofrecer este balance.
Uno de los mayores problemas que tenemos en México es que nunca hay responsables de las tragedias nacionales. Nunca nadie fue responsable de la seguridad y nunca nadie pagó por los muertos que hubo.
Llegó la hora de sacar las cuentas. Llegó la hora de saber que la podredumbre del sistema exige medidas radicales.
Pero al final lo que hay que saber es que esa sangre, la de los malos y la de los buenos, es la sangre que nos une porque o nos mata o secuestra al presupuesto para que alguien tome mucho dinero o mucho poder en una guerra civil que simplemente no terminamos de aceptar.
Twitter @antonio_navalon

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