Antonio Navalon
El 14 de septiembre de 1847 el general Scott vio cómo la bandera de las barras y las estrellas se izaba sobre Palacio Nacional, ese día culminó la invasión robo de los estadounidenses en territorio mexicano.
Faltan pocos días para conmemorar el grito de nuestra independencia y afortunadamente la bandera tricolor ondea en el Zócalo, y la de las barras y las estrellas se iza de norte a sur sobre los campos de golf de los nuevos Estados Unidos de América.
Cuando me preguntan cómo veo el TLC, siempre contesto lo mismo: lo veo técnicamente bien y políticamente muy mal. Me explicaré.
Trump es un histérico sin programa al que ya ni siquiera le sirve el dragón azul del Twitter, simplemente fracasó.
Y dentro de sus fracasos, como no soy supersticioso y sólo me gusta abusar del mensaje divino, no seré yo quien vincule al huracán Harvey con la salida de EU del Acuerdo de París.
Pero sí supongo que cuando el especulador de Manhattan se quede solo y observe todo lo que Harvey devastó en Houston –la cuarta ciudad más grande del imperio del norte– de alguna manera recordará que él negó el cambio climático.
En ese sentido, si Trump niega el cambio climático, espero que no piense que Dios lo está castigando, porque a fin de cuentas el castigo no es sólo para él, sino para todos sus conciudadanos.
¿Se retirará del TLC? No lo sé, pero importa poco. Y es que, a estas alturas, para las negociaciones del TLC no son prioritarias las tonterías que el magnate diga, puesto que es un tratado que resulta ser más interesante para Estados Unidos que para México.
¿Pero saben qué es lo que me tranquiliza al considerar que el TLC se podría acabar? Pues el hecho de que nos hará más libres y tendremos que cambiar este esquema tan terrible y tan forzado de seguir confiando en lo que nos depara con todo lo que hay más allá del Río Bravo.
Técnicamente la negociación es buena y está bien hecha. Políticamente estamos en manos de alguien que no sabe lo que hace, pero que sí ha comprendido que pegarle a México es lo más rentable y barato que puede hacer.
¿Trump destrozará por ignorancia e incapacidad el TLC? Puede ser. Pero nosotros, que tenemos una parte del territorio estadounidense habitado por millones de mexicanos que no sólo viven allá, sino que piensan en dólares y en pesos, y son bilingües y biculturales, tenemos muchas posibilidades de hacer otras cosas y tomar nuevas alternativas.
Así que cuando usted tenga miedo, sólo mírese al espejo y recuerde que somos el país que hasta hace cuatro años creía morirse sin Pemex, y hoy mientras Pemex se va muriendo nosotros vamos sobreviviendo.
@antonio_navalon
El 14 de septiembre de 1847 el general Scott vio cómo la bandera de las barras y las estrellas se izaba sobre Palacio Nacional, ese día culminó la invasión robo de los estadounidenses en territorio mexicano.
Faltan pocos días para conmemorar el grito de nuestra independencia y afortunadamente la bandera tricolor ondea en el Zócalo, y la de las barras y las estrellas se iza de norte a sur sobre los campos de golf de los nuevos Estados Unidos de América.
Cuando me preguntan cómo veo el TLC, siempre contesto lo mismo: lo veo técnicamente bien y políticamente muy mal. Me explicaré.
Trump es un histérico sin programa al que ya ni siquiera le sirve el dragón azul del Twitter, simplemente fracasó.
Y dentro de sus fracasos, como no soy supersticioso y sólo me gusta abusar del mensaje divino, no seré yo quien vincule al huracán Harvey con la salida de EU del Acuerdo de París.
Pero sí supongo que cuando el especulador de Manhattan se quede solo y observe todo lo que Harvey devastó en Houston –la cuarta ciudad más grande del imperio del norte– de alguna manera recordará que él negó el cambio climático.
En ese sentido, si Trump niega el cambio climático, espero que no piense que Dios lo está castigando, porque a fin de cuentas el castigo no es sólo para él, sino para todos sus conciudadanos.
¿Se retirará del TLC? No lo sé, pero importa poco. Y es que, a estas alturas, para las negociaciones del TLC no son prioritarias las tonterías que el magnate diga, puesto que es un tratado que resulta ser más interesante para Estados Unidos que para México.
¿Pero saben qué es lo que me tranquiliza al considerar que el TLC se podría acabar? Pues el hecho de que nos hará más libres y tendremos que cambiar este esquema tan terrible y tan forzado de seguir confiando en lo que nos depara con todo lo que hay más allá del Río Bravo.
Técnicamente la negociación es buena y está bien hecha. Políticamente estamos en manos de alguien que no sabe lo que hace, pero que sí ha comprendido que pegarle a México es lo más rentable y barato que puede hacer.
¿Trump destrozará por ignorancia e incapacidad el TLC? Puede ser. Pero nosotros, que tenemos una parte del territorio estadounidense habitado por millones de mexicanos que no sólo viven allá, sino que piensan en dólares y en pesos, y son bilingües y biculturales, tenemos muchas posibilidades de hacer otras cosas y tomar nuevas alternativas.
Así que cuando usted tenga miedo, sólo mírese al espejo y recuerde que somos el país que hasta hace cuatro años creía morirse sin Pemex, y hoy mientras Pemex se va muriendo nosotros vamos sobreviviendo.
@antonio_navalon