Hoy es el penúltimo día antes de la despedida de Alfredo del Mazo Maza, de la escena pública estatal y, si me apuran, nacional. Todo indica que saldrá del país por lo menos unos tres meses, mañana será su último día como gobernador del Estado de México.
Muy probablemente regresará cuando ya las candidaturas a alcaldías y diputaciones locales por mayoría y plurinominales del PRI y la alianza para el Estado de México, están ya palomeadas. No tendrá ya el control sobre el tema, porque será “Alito” Moreno, quien lleve el control total del proceso interno.
Mejor aún para los alcaldes y diputados priistas, que están decepcionados del hasta hoy su primer priista que, dicen, no los apoyó en lo más mínimo, los dejó solos y como quedó claro, se hizo a un lado en el proceso de selección a gobernadora.
La dinastía Del Mazo pasará a la historia. Alfredo del Mazo Vélez la inició, con orígenes, esencia y presencia en la zona de Atlacomulco-Acambay, pero también modificó las formas de ejercer la política y aunque no pudo dejar heredero, sí, en cambio, puso los cimientos para la modernización de la entidad.
Sin antecedentes en la política estatal, su hijo Alfredo del Mazo González, tuvo la visión para modernizar la estructura de la administración estatal, sacudiendo y vigorizando una estructura que ya le quedaba chica a la entidad.
Tuvo planes audaces que al paso del tiempo se olvidaron, como la creación del servicio troncal de transporte, las casas de turismo, la desaparición del nefasto Barapem y la delimitación de reservas urbanas.
Se apoyó plenamente en el PRI para gobernar y creó y fortaleció una nueva generación de políticos. Como su padre, pretendió sin suerte ser candidato a la presidencia de la República.
Alfredo del Mazo Maza, tuvo una buena carrera política, incluso más fructífera que la de su abuelo y su padre. Hoy le toca entregar el poder a la oposición, tras 94 años de gobiernos priistas y sólo por eso será recordado.
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Gracias por su lectura, los espero todos los días en cuestiondepolemica.com, ya lo sabe, que le vaya como se porte.
Daniel Camargo Hernández