Cada seis años los expertos en secretos de la política sucesoria priista creen descubrir el agua tibia. Un columnista publicó el martes que “el presidente ya decidió” apenas el fin de semana el nombre de su sucesor. Y, dice el analista, “fuentes indudables” se lo dijeron, se supone que al oído, sólo a él.
Si la designación de su sucesor –hasta 1994 en que el afortunado era el ganador– es una de las facultades de control presidencial del sistema político priista, la operación sucesoria no se deja hasta el final porque forma parte del arranque sexenal.
La revisión de las sucesiones priistas prueba esta hipótesis:
-Obregón decidió por Elías Calles (1924) desde 1920.
–Elías Calles fue hecho presidente para regresar a Obregón (1928).
-Elías Calles decidió por Cárdenas (1934) en 1930.
-Cárdenas pensó por Ávila Camacho (1940) después de enviar a Elías Calles al exilio en 1936.
-Ávila Camacho optó por Alemán (1946) desde 1940.
-Alemán quiso reelegirse o poner a su pariente Casas Alemán pero el sistema lo atajó y decidió por Ruiz Cortines (1952) en 1948, a la muerte de Héctor Pérez Martínez, secretario de Gobernación y la presión de Uruchurtu.
-Ruiz Cortines escogió a López Mateos (1958) al arrancar su gobierno en 1952 y lo tapó de juegos perversos de poder de la vieja clase política.
-López Mateos decidió por Díaz Ordaz (1964) desde la campaña porque le dio todo el poder político.
-Díaz Ordaz pensó en Echeverría (1970) al escogerlo para Gobernación en 1964 y lo reconfirmó después de 1968.
-Echeverría preparó a López Portillo (1976) desde 1970 pero lo colocó en Hacienda en 1973 para catapultarlo a la Presidencia.
-López Portillo decidió por De la Madrid (1982), su alumno en la UNAM, en 1979 al mandarlo a Programación y Presupuesto y darle el Plan de Desarrollo.
-De la Madrid decidió por Salinas (1988) en 1979.
-Salinas preparó a Colosio (1994) en 1979 en la SPP y lo construyó a lo largo de su sexenio. Zedillo (1994) era la carta del grupo Salinas-Córdoba para el 2000.
-Zedillo tuvo siempre sus dos cartas para el 2000 –Guillermo Ortiz Martínez y José Angel Gurría–, pero el PRI le puso candados y no pudo designar sucesor.
-Peña Nieto llegó a la presidencia con su grupo de poder desde 2005 con la gubernatura mexiquense como minipresidencia de la reducida república priista, se ha dedicado estos cinco años en construir la candidatura de su candidato (2018) y su decisión estuvo tomada desde la campaña con su primer círculo de poder.
El juego sucesorio en la presidencia sexenal priista comienza desde los primeros conflictos para la definición del gabinete. La nominación del sucesor no permite improvisaciones, salvo que el escogido se haya disfrazado de leal y a la hora del poder construya su propio poder; así ocurrió con Echeverría, respecto de Díaz Ordaz, De la Madrid con López Portillo y Zedillo con Salinas.
Ningún presidente decide la víspera, comunica al escogido con tiempo corto apenas para preparar el proceso, a lo largo del cuarto y quinto año de gobierno hay indicios de quién va a ser y nueve meses antes del anuncio hay más picaresca presidencial que “fuentes indudables”.
Política para dummies: La política es un juego de ajedrez en el que las jugadas se adelantan hasta cinco movimientos, no un juego de dados…, a menos que estén cargados.
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