Lo más grave de los engaños de Ricardo Anaya, Alejandra Barrales, Dante Delgado y el Frente es que están diciendo lo que no harán en la Presidencia pero que están haciendo en la realidad.
Los cuatro han anunciado el cambio de régimen presidencialista para democratizar el ejercicio del poder, pero los cuatro están usando todo el arsenal autoritario para quedarse –en un acto de agandalle– con las candidaturas.
Así, Anaya, Barrales, Delgado y el Frente están engañando a los electores con su discurso del cambio de régimen, En los hechos, los cuatro están revalidando las técnicas, trampas y maniobras del PRI para hacer lo mismo: controlar las candidaturas y repartírselas entre incondicionales.
Anaya está despilfarrando su capital político en maniobras que ya afectaron a Margarita Zavala de Calderón, está liquidando a Rafael Moreno Valle y quiere deshacerse de Miguel Ángel Mancera. Al estilo del PRI de Roberto Madrazo Pintado, Anaya está encadenado a la candidatura presidencial del Frente, aun cuando su egoísmo pueda llevar a la ruptura de la alianza.
Barrales anda en las mismas. Ya comenzó su traición a Mancera y al PRD porque no hace nada para fijar los espacios perredistas nacionales en la candidatura presidencial, porque la alianza se formó para garantizarle a ella la candidatura PAN-PRD al gobierno de la CDMX. Anaya se alió con Barrales en contra de Mancera.
Y el propietario de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, nada tiene de demócrata e inclusive ya cedió su plaza de Veracruz a cambio de ser el pomposo jefe de gabinete o de la oficina de la presidencia del gobierno aliancista.
Los tres abanderados de la propuesta democrática del Frente se han olvidado de sus promesas democratizadoras y están mostrando sus estilos centralistas, priistas y autoritarios para apropiarse de candidatura, como un adelanto de sus estilos de gobernar si acaso llegan a las victorias presidencial y capitalina.
Los primeros avances del programa de gobierno del Frente anuncian gobierno de coalición y semiparlamentario, con controles legislativos. Pero la forma de apropiarse de las candidaturas revela en realidad conductas verticalistas bastante ajenas a voluntades negociadoras que exigiría un gobierno de coalición.
Por tanto, de ser candidatos a la presidencia y a la CDMXAnaya y Barrales no cumplirían con las prácticas democráticas de un gobierno de coalición y en la realidad gobernarían como priistas, comenzando con el reparto de candidaturas posteriores en función de complicidades y no de representaciones sociales.
En este sentido, el Frente ya está probando que no es ciudadano porque ha apelado a los ciudadanos en reuniones desangeladas, sin agenda, sin compromisos reales de definir el programa a partir de propuestas de la sociedad y sin la decisión de hacer candidatos a ciudadanos sin partido que han demostrado sentido crítico contra el sistema.
De ahí que la propuesta de reforma de régimen de Anaya, Barrales, Delgado y el Frente sea un ejemplo típico de demagogia al estilo priista. Lo malo, sin embargo, es que el Frente y sus operadores estén de nueva cuenta desgastando el concepto de cambio de régimen y de reforma del sistema político y al final con sus engaños estén en realidad reforzando el modelo de gobierno del PRI.
Y por si fuera poco, las rebeliones internas del Frente pueden reventar esa propuesta aliancista y con ello beneficiarían al candidato presidencial del PRI.
Política para dummies: La política es el arte de engañar diciendo que no se va a hacer lo que al final se hace.
http://indicadorpolitico.mx
indicadorpoliticomx@gmail.com
@carlosramirezh
Los cuatro han anunciado el cambio de régimen presidencialista para democratizar el ejercicio del poder, pero los cuatro están usando todo el arsenal autoritario para quedarse –en un acto de agandalle– con las candidaturas.
Así, Anaya, Barrales, Delgado y el Frente están engañando a los electores con su discurso del cambio de régimen, En los hechos, los cuatro están revalidando las técnicas, trampas y maniobras del PRI para hacer lo mismo: controlar las candidaturas y repartírselas entre incondicionales.
Anaya está despilfarrando su capital político en maniobras que ya afectaron a Margarita Zavala de Calderón, está liquidando a Rafael Moreno Valle y quiere deshacerse de Miguel Ángel Mancera. Al estilo del PRI de Roberto Madrazo Pintado, Anaya está encadenado a la candidatura presidencial del Frente, aun cuando su egoísmo pueda llevar a la ruptura de la alianza.
Barrales anda en las mismas. Ya comenzó su traición a Mancera y al PRD porque no hace nada para fijar los espacios perredistas nacionales en la candidatura presidencial, porque la alianza se formó para garantizarle a ella la candidatura PAN-PRD al gobierno de la CDMX. Anaya se alió con Barrales en contra de Mancera.
Y el propietario de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, nada tiene de demócrata e inclusive ya cedió su plaza de Veracruz a cambio de ser el pomposo jefe de gabinete o de la oficina de la presidencia del gobierno aliancista.
Los tres abanderados de la propuesta democrática del Frente se han olvidado de sus promesas democratizadoras y están mostrando sus estilos centralistas, priistas y autoritarios para apropiarse de candidatura, como un adelanto de sus estilos de gobernar si acaso llegan a las victorias presidencial y capitalina.
Los primeros avances del programa de gobierno del Frente anuncian gobierno de coalición y semiparlamentario, con controles legislativos. Pero la forma de apropiarse de las candidaturas revela en realidad conductas verticalistas bastante ajenas a voluntades negociadoras que exigiría un gobierno de coalición.
Por tanto, de ser candidatos a la presidencia y a la CDMXAnaya y Barrales no cumplirían con las prácticas democráticas de un gobierno de coalición y en la realidad gobernarían como priistas, comenzando con el reparto de candidaturas posteriores en función de complicidades y no de representaciones sociales.
En este sentido, el Frente ya está probando que no es ciudadano porque ha apelado a los ciudadanos en reuniones desangeladas, sin agenda, sin compromisos reales de definir el programa a partir de propuestas de la sociedad y sin la decisión de hacer candidatos a ciudadanos sin partido que han demostrado sentido crítico contra el sistema.
De ahí que la propuesta de reforma de régimen de Anaya, Barrales, Delgado y el Frente sea un ejemplo típico de demagogia al estilo priista. Lo malo, sin embargo, es que el Frente y sus operadores estén de nueva cuenta desgastando el concepto de cambio de régimen y de reforma del sistema político y al final con sus engaños estén en realidad reforzando el modelo de gobierno del PRI.
Y por si fuera poco, las rebeliones internas del Frente pueden reventar esa propuesta aliancista y con ello beneficiarían al candidato presidencial del PRI.
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