Pareciera que la crisis política generada a partir del incremento en el precio de las gasolinas se profundiza y pudiera convertirse en un verdadero dolor de cabeza para los mexicanos. Hasta ahora solamente hemos visto la forma en que distintas organizaciones sociales, afines a Andrés Manuel López Obrador, han buscado combatir al Gobierno con protestas callejeras y saqueos bien organizados y con una logística propia de una guerra de guerrillas urbana.
A ello hay que sumarle los desatinos de quienes desde los gobiernos legalmente establecidos buscan paliar los efectos de las manifestaciones de rechazo al precio de las gasolinas, y la forma en que intentan explicarle a la población el porqué de las alzas, y convencer a los sectores productivos para que se sumen a un acuerdo que nos permita como nación superar nuestras confrontaciones a través de la muestra de voluntad de los organismos empresariales.
No podemos decir como en ocasiones anteriores que las cosas vayan a funcionar, porque ni siquiera el titular del Ejecutivo ha logrado concitar voluntades para paliar la crisis e incrementar la capacidad de respuesta del Estado, que se afana en minimizar los hechos para desactivar esa emergencia que no ha sido declarada, pero cuyos efectos ya comenzaron a minar aún más la credibilidad gubernamental y del titular del Ejecutivo.
Lo peor es que al parecer el presidente Enrique Peña Nieto apenas comienza a observar que la crisis se profundiza y que los organismos empresariales que siempre han caminado junto al gobierno ahora mantienen sus reservas no tan solo por lo que corresponde a la crisis generada por los precios de los combustibles, también por la poca capacidad operativa del Gobierno Federal para anticipar las eventualidades.
Para decirlo de manera clara, el Primer Mandatario ha sido poco sensible ante el problema y ahora tiene que soportar la multiplicación de los reclamos. Por eso la Confederación Patronal de la República Mexicana decidió no signar el acuerdo propuesto y se ausentó del evento. Las prisas por apagar el fuego que se mantiene en la mayor parte de los estados del país han surgido y las consecuencias han sido los errores.
El propio líder de la CTM, Carlos Aceves del Olmo, quien se mostraba bastante incómodo ante la tensión del momento, recordó que hace 30 años que comenzaron a establecer este tipo de pactos y no han servido de mucho, pero los diferendos con la Coparmex vienen desde diciembre en que su cuerpo directivo pidió eliminar el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios, a lo que se han negado los responsables de la conducción económica del país. Mal y de malas el presidente Enrique PeñaNieto quien parece traer el santo de espaldas, y eso nos mantiene al borde del colapso económico, y por consecuencia del político. Al tiempo.
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