Lo conocí siendo activista social en el Barrio de Santa Julia en la Delegación Miguel Hidalgo y en La Colonia Portales de la Ciudad de México cuando vestía pantalones de mezclilla raídos y tenis desgastados. Era un muchacho con ganas de conformar una base social para el movimiento que encabezaban Dolores Padierna y René Bejarano. Al igual que a muchos de los ahora encumbrados miembros de la clase política, les abría el espacio en el programa radiofónico “”Buenos Días Señor Delegado”, que me toco conducir durante tres años en ABC Radio, y los doce años que estuve al frente del “Noticiero Al Instante en Radio Capital”.
La primera vez que intento llegar al Senado de la República, me citó al igual que a un buen número de periodistas en un restaurante de la Colonia del Valle para platicarnos de sus aspiraciones. En esa ocasión le hice el reclamo de que cuando necesitaba de los medios nos llamaba, pero que nunca contestaba cuando de concedernos un entrevista se trataba. Al día siguiente me invitó a desayunar para limar asperezas. Para entonces ya había sido Secretario de Desarrollo Social en el esquema gubernativo del Gobierno del Distrito Federal. Yo seguí mi carrera en los medios, y el en el ejercicio político.
Hoy Marti Batres Guadarrama es un hombre encumbrado políticamente hablando, y me imagino que también en cuanto a su peculio personal. Pero además goza de una estrecha cercanía con el Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador, y es merecedor de su confianza. Eso lo convierte además en un miembro prominente de la clase política del país, pero también en uno de los elementos más importantes del Estado Mexicano. Hasta ahora se ha conducido decorosamente en las sesiones, aunque de pronto existen atisbos retadores de su pasado en las calles.
Ser Presidente del Senado de la Republica lo hace un hombre poderoso, y con el que muy pocos pretenderían distanciarse o confrontarse. Y creo que debe tomar plena conciencia de ello, porque es quien dirige la tribuna más alta del país, es decir, ese espacio donde se sustenta la representación del Pacto Federal que conforma a la nación, y aunque ahora haya senadores de partido o de representación popular, ese Pacto Federal a que me he referido sigue manteniendo plena vigencia.
En algunos segmentos de su vida política Marti Batres tuvo necesidad de hacerse notar tomando oficinas, bloqueando calles, vandalizando espacios, y haciendo discursos encendidos en las plazas públicas. Pero esa fue una etapa que se queda en el pasado, porque lo más importante es el presente. No sé si tenga conciencia de la importancia de su encargo, pero creo que ha llegado la hora de mostrarse como lo que esperamos los mexicanos, con esa habilidad y prestancia que solamente tienen los estadistas.
Marti Batres Guadarrama ha crecido mucho en los últimos años, política y personalmente, y creo que su experiencia lo sacara a flote en los momentos difíciles. Lo que también espero, y seguramente muchos mexicanos más, es que asuma su responsabilidad como el estadista que debe conducir y gobernar la tribuna más alta del país. Es el momento de mostrar la solidez de ese crecimiento político al que me referí en líneas anteriores. La época del vandalismo quedo muy atrás, y deberá asumir su condición actual con seriedad, con responsabilidad republicana.
Al tiempo.
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Martí Batres Guadarrama
Lo conocí siendo activista social en el Barrio de Santa Julia en la Delegación Miguel Hidalgo y en La Colonia Portales de la Ciudad de México cuando vestía pantalones de mezclilla raídos y tenis desgastados. Era un muchacho con ganas de conformar una base social para el movimiento que encabezaban Dolores Padierna y René Bejarano. […]
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