Por José Reveles
José Antonio Meade volvió a juzgar a la excomandante de la policía comunitaria guerrerense Nestora Salgado como “una secuestradora que quedó libre por una falla en la justicia”. Después del debate entre los candidatos presidenciales, ante la prensa el aspirante por la coalición Todos por México trató de explicar más a detalle el porqué de su crítica a una mujer que estuvo presa dos años y ocho meses y fue liberada por tres jueces. Aunque dijo que él se limitó a leer textualmente una acusación por secuestro contra Salgado, que obra en un expediente judicial, la verdad es que reiteró el prejuicio que tiene en contra de la aspirante a senadora por la coalición Juntos Haremos Historia.
En el fondo, Meade se hermana con la obsesión que mostró Felipe Calderón, siendo presidente de la República, en contra de la “secuestradora” francesa Florence Cassez, a la que nunca retiró ese epíteto y llegó al extremo de alimentar con falsos culpables el caso de una inexistente banda de plagiarios, Los Zodiaco, hasta poner en riesgo las relaciones México-Francia.
El gobierno de Enrique Peña Nieto recompuso el trato diplomático bilateral junto con el sucesor francés François Hollande, pero la injusticia de una fábrica de culpables que viene operando desde el gobierno de Vicente Fox sigue triturando a inocentes. Para comenzar, el exnovio de Florence, el mexicano Israel Vallarta, sigue en prisión 12 años después y sin veredicto de los jueces sobre su culpabilidad o inocencia.
“Yo fui muy claro ayer”, quiso rectificar Meade el lunes en Tijuana: “que no le habían imputado cargos (a Nestora) por una deficiencia en el proceso”. La “observación” (que era una acusación directa) no fue en perjuicio de la candidata plurinominal al Senado, sino en contra de “la empresa familiar” en que Andrés Manuel López Obrador ha convertido su militancia y su partido, según el candidato oficial, quien añadió que AMLO ha manejado unos 3 mil millones de pesos en beneficio de incondicionales y familiares. Acusación gravísima que no apareció en el debate, quizá porque no tiene manera de probarla ni tampoco un presunto enriquecimiento ilícito del político tabasqueño.
Ante la amenaza de la propia Nestora de acusarlo formalmente de difamación, Meade suavizó sus comentarios y expresó que lo primero que tendríamos que reconocer de esa experiencia es que México tiene que hacer mejor sus procesos. “Que seamos capaces, con los cuerpos de investigación, de articular y de integrar debidamente los expedientes para que no sea una falla en este paso o una mala conducción del proceso lo que evite que lleguemos al fondo del asunto y se pueda conocer si efectivamente hubo o no responsabilidad”.
Es decir, que “se pueda conocer” lo que él ignoró: que hay una ley específica, la 701, en Guerrero que respeta y autoriza actuación de policías comunitarias en función de los usos y costumbres de los pueblos; que no hubo secuestro, sino aplicación de esa justicia alternativa; que, sin cometer delito alguno, Nestora fue apresada por el Ejército sin que eso conste siquiera en el expediente; que tres jueces la consideraron inocente y él no.
El Sistema Comunitario del Estado de Guerrero condenó la “violencia pública de género” que exhibió Meade, quien seguramente estaría dispuesto a volver a contratar a Genaro García Luna, el gran operador de shows mediáticos y de series televisivas que le permitían meter a inocentes a prisión, y que nunca pagó por esas arbitrariedades.