La administración del presidente Enrique Peña Nieto ha tenido éxito en muchos aspectos.
En lo que va de su sexenio se han creado 3.3 millones de empleos, una cifra récord que supera dos veces los que se generaron en pasados gobiernos.
El presidente también puede presumir que su Reforma Fiscalha generado la recaudación de impuestos más alta de la historia y que la educativa por lo menos logró que por fin estén trabajando la mayoría de los maestros que antes cobraban por hacer nada.
Otro éxito que empieza a dejar beneficios es la energética, ya que de acuerdo con las autoridades el conjunto de inversiones ya comprometidas en las industrias petrolera, gasera y eléctrica nacionales ya suman 80 mil millones de dólares, esperándose que antes de que concluya el sexenio superen los 100 millones de dólares.
Desafortunadamente, los éxitos alcanzados no son suficientes para generarle mayor popularidad al presidente –sólo 28 por ciento de la población aprueba su gestión– ni para garantizar que el próximo candidato presidencial priista gane la elección de julio del año entrante.
La corrupción imperante en todos los poderes y niveles de gobierno, la impunidad con que se cometen los delitos, la percepción de inseguridad que tenemos casi todos, la disparidad en los ingresos de los mexicanos y la pobreza que agobia a poco más de la mitad de los hogares son algunas de las causas que explican la baja popularidad de Peña Nieto y de la mayoría de los gobernadores, presidentes municipales, legisladores federales y locales, miembros de los poderes judiciales y partidos políticos.
Por si lo anterior no fuera suficiente para crear una brecha cada vez más amplia entre gobernados y gobernantes, la violencia que existe en diversas zonas del país y el número de homicidios que en ellas se cometen también contribuye a distanciar más al pueblo de sus autoridades.
De acuerdo con cifras difundidas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de la Secretaría de Gobernación, hasta septiembre de este año se habían cometido 21 mil 200 homicidios dolosos en el país, número superior a los registrados en los últimos 20 años para el mismo periodo.
Según algunas estimaciones, la cifra este año llegará a 27 mil 388, lo que significa que del 1 de enero de 2013 al 31 de diciembre de 2017 se habrán cometido 99 mil 196 asesinatos. Como van las cosas, cuando termine el sexenio de Peña Nieto se habrán cometido más homicidios dolosos que los 104 mil 794 que se registraron durante la administración de Felipe Calderón.
El 2017 será recordado como el año de los muertos, cuando se rompió el récord de homicidios dolosos cometidos en un solo año desde que se elaboran y conservan las estadísticas respectivas. Así será, a menos de que en 2018 se rompa nuevamente tan funesto récord.
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Eduardo J Ruiz Healy