La hipocresía que puede utilizar un ser humano resulta inagotable, tristemente encontramos personas que, en aras de ‘salvar el pellejo”, andan de “queda bien” o simplemente porque se les da la gana, son capaces de mostrar una cara tan falsa como un billete de 30 pesos, esto a cualquiera que parezca persona con “poder de decisión”.
En ese tenor, vemos cómo las transiciones de titulares de cualquier institución, organización, nunca falta el que “aprovecha” cualquier pretexto para “darle con tubo” a la administración saliente. Esto no sólo sucede en la política, pues también lo encontramos en el ámbito educativo, social, profesional y hasta personal.
Es común que se aplique la clásica, ¿Quién es el peor maestro? pues el que acaba de salir.  La hipocresía no sólo está asociada a la defensa de lo que se pretende hacer. Al final del camino, es la falsedad, la maldad con la que se puede actuar.
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