Sin fuero ni poder político detrás, el dirigente del sindicato petrolero y diputado priista, Manuel Limón Hernández, tiene a la vista la renovación de la dirigencia y la revisión del Contrato Colectivo de Trabajo. El heredero del lugar de Carlos Romero Deschamps, tiene el nombramiento, pero carece de capacidad de negociación, pues al igual que al exlíder petrolero, la 4-T los desprecia.
De acuerdo con información pública jamás se reunieron Carlos Romero y el director de Pemex, Octavio Romero. Desde la ruptura se dieron visos de que serían los últimos días del dirigente petrolero que duró 26 años en el cargo.
La prórroga para la revisión contractual 2021-2023 hasta por 60 días, a partir del pasado domingo 1. Lo que tiene nerviosos a los secretarios generales de las 36 secciones es que su dirigente no se encuentra bien de salud y las negociaciones fuertes al interior del sindicato se darán cuando ya no tenga fuero. Así que un error en los análisis que llevan a cabo y serán los últimos días del grupo de Romero Deschamps.
Según la Sección 34, el STPRM encabezado por Manuel Limón Hernández, “es el único titular indiscutible, reconocido por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y por nuestra empresa Petróleos Mexicanos, para llevar a cabo la revisión del Contrato Colectivo de Trabajo, por lo que nuestra Organización Sindical reafirma su voluntad para defender con el uso de la Ley y la razón, nuestros derechos como trabajadores de planta, transitorios, jubilados y de nuestras familias”.
La pérdida de privilegios sindicales y del poder económico y político que tuvo el STPRM de la mano del PRI comienzan a desmoronarse. Aunque a la fecha no se ha cumplido con lo que establece la reforma laboral del 2019.
Entre la cauda de pendientes se encuentra que no se han modificado los estatutos con base a las nuevas normas en materia de democracia y libertad sindical. Se mantienen las cláusulas que lesionan a los petroleros, entre ellas la 32, que faculta al sindicato a castigar al trabajador, sin investigar siquiera e imponerle suspensiones hasta por dos o tres años.
La presencia de Manuel Limón Hernández, diputado priista y secretario de Interior, Actas y Acuerdos —de facto dirigente del STPRM—es la anécdota de un poder perdido. Su calma, su bajo perfil y su delicado estado de salud son el ejemplo claro de nadar de muertito ante las aguas turbulentas. A su alrededor, las diferentes corrientes al interior del sindicato hacen declaraciones explosivas mediáticamente y viven glorias del pasado culpando los tentáculos corruptores de Romero Deschamps.
El zarpazo que le preparan a Limón Hernández es la de esperar a que termine su fuero en un par de semanas y ya sin “escudo” lanzarle la invitación de la digna retirada ya que a sus 73 años cuenta con la facilidad de emprender la salida de la dirigencia sindical. Y en ese momento, se comenzará a escribir una nueva historia en el sindicato petrolero.