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#OPINIÓN #Dobleces Horcasitas y Ortega en la mira

Dos personajes clave para entender las disfunciones de la L-12 son Joel Ortega Cuevas exdirector del Sistema de Transporte Colectivo y el exdirector del proyecto Metro, Enrique Horcasitas Manjarrez. Ambos tienen una batería de información generosa para entender que esta línea nació con problemas estructurales más apegados a caprichos políticos que sustentados en decisiones técnicas.

Aunque ambos se han movido a trasmano en estos momentos, en que comienza las investigaciones por los motivos de la tragedia, de acuerdo con fuentes cercanas al caso, los dos se han acercado para que sus nombres no se vinculen con la tragedia; sin embargo, ellos tuvieron un papel relevante entre 2012 y 2014 y conocen los argumentos del consorcio encargado de la construcción de la Línea Dorada.

Las empresas responsables de la obra se han mantenido tímidas. Carso Infraestructura y Construcción (CICSA), de Grupo Carso; Ingenieros Civiles Asociados (ICA) y Alston Company México integraron el consorcio constructor de la Línea-12 del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC); sin embargo, hoy participan o están cerca de la 4-T. Por ello es que la serie de acusaciones comienza a apuntar a distintos personajes del pasado como Ortega y Horcasitas, el mismo ex jefe de gobierno y ahora senador Miguel Ángel Mancera.

En 2014 cuando se anunció el cierre temporal de la L-12, durante seis meses de las estaciones Tláhuac, Tlaltenco, Zapotitlán, Nopalera, Olivos, Tezonco, Periférico Oriente, Calle 11, Lomas estrella, San Andrés Tomatlán, Culhuacán y Atlalilco en sus dos sentidos de oriente a poniente no sólo fue una mala señal, sino que a siete años de distancia cobró la vida de 26 personas. A los pocos días de aquel cierre, el consorcio se deslindó de las fallas en la L-12 y señaló “un grave problema en el mantenimiento” ya que durante varios meses no participaron en el mantenimiento a la obra. Por eso es que la evaluación del incidente se arma con cuidado. 

Para los empresarios, la decisión del cierre y la opacidad en el manejo del cuidado de la L-12 tuvo tintes políticos más que decisiones técnicas y de cuidado de la infraestructura. Ellos estuvieron de cerca en la obra que ahora se convierte en otra desgracia para los intereses transformadores del partido en el poder.

En su momento, Horcasitas y Ortega defendieron la L-12, el 8 de julio de 2013 argumentaron que los trabajos “faltantes o mal ejecutados no impedían el servicio regular y seguro de dicha línea del Sistema de Transporte Colectivo. El enredo en el que se encuentran los personajes políticos involucrados con la construcción de la Línea Dorada y el mismo consorcio se encamina a un entramado complejo ya que los intereses económicos y políticos actuales evitan tener claridad en lo que ahora se exige, seguridad en lo futuro en esa misma obra que nació con fallas y fue solapada por funcionarios a los que ahora tienen que dar respuestas.

El pasado alcanzó a Ortega y Horcasitas son visibles, pero ellos hacen lo posible por mantener al margen, aunque hay un sector que los ponen en la mira ya que son cartuchos quemados en la política de la ciudad de México.

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