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Opinion

PRI 2018: no hay otro Cárdenas sino cuotas de poder y AMLO

Por: Carlos Ramírez
Por más que se hacen cuentas y cruce de biografías políticas, los tres grupos que han salido a disputar la XXII asamblea nacional del PRI carecen de alguna propuesta de candidato presidencial serio y lo que buscan es sólo su cuota alícuota de poder.
Por tanto, la XXII no se parecerá a la XVII en que los priistas le quitaron al presidente Ernesto Zedillo el control del PRI para operar la candidatura presidencial del 2000. Zedillo quería a los tecnócratas Guillermo Ortiz Martínez o Ángel Gurría Treviño, pero los priistas metieron en los estatutos la exigencia de un cargo de elección popular y dejaron fuera a los zedillistas.
Los críticos de hoy no son como los disidentes del pasado: Alianza Generacional quedó subordinado a la preprecandidatura presidencial de Ivonne Ortega Pacheco, una priista beneficiaria de los dedazos y sin biografía de poder; la corriente Democracia Interna, liderada por el exgobernador de Oaxaca Ulises Ruiz, es deficitaria en alguna personalidad con fuerza, y el Grupo Alternativa tiene sólo al veterano César Augusto Santiago.
Los tres grupos disidentes parecen ignorar la historia política del PRI: de 1917 a 1952, cada elección presidencial colocó a un candidato disidente del grupo revolucionario, pero todos perdieron; en las candidaturas del PNR-PRM-PRI sólo Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano cimbró y dividió al PRI, pero no lo desfondó.
Más que los tres grupos priistas de reciente creación, en el PRI están monitoreando la posibilidad de que muchos priistas se sumen a Morena por el anzuelo de espacios de poder con López Obrador. El sobreviviente zedillismo priista se ocultó después del 2000 y hace unas semanas ya se incorporó al entorno de López Obrador en Morena.
Los escasos liderazgos de Ortega, Ruiz y Santiago no garantizan posiciones de poder para sus seguidores y en el PRI han comenzado a operar los mecanismos de enfriamiento de aspirantes. La instrucción oficial es la de no confrontar a los tres grupos, pero tampoco dejarles todo el terreno mediático. La apuesta de la dirigencia peñista del PRI radica en la centralización de las candidaturas en Los Pinos y no en el PRI.
La falta de un Cárdenas en los tres grupos críticos –no llegan a disidentes– estaría limitando sus posibilidades, aunque su aparición encontró un espacio en medios antisistema y anti PRI. Pero tampoco esos espacios alcanzan para llevar a un verdadero debate como el de la XII asamblea de 1987 que echó a Cárdenas del PRI y entronizó a Salinas y el neoliberalismo salinista como modelo de nación, ni para revivir la XVII de 1996 fue conducida por el salinista Santiago Oñate Laborde y que le puso candados a los candidatos zedillistas.
La XIV asamblea de 1990 exhibió a Luis Donaldo Colosiocomo la pieza política del neoliberalismo salinista y las bases se alebrestaron para darle más juego a la militancia, pero al final no les alcanzó para que los priistas le quitaran el PRI a Salinas con el discurso del 6 de marzo del ya candidato Colosio y el sustituto Zedillo redefinió el dedazo presidencial de Salinas como el candidato que realmente le garantizó la continuidad del modelo neoliberal. Además, Colosio fue la clave de Salinas para borrar la Revolución Mexicana de los documentos del PRI.
El verdadero riesgo de pérdida de militantes del PRI está en López Obrador, no en grupos menores que buscan su cuota de poder.
Política para dummies: La política es la sensibilidad para identificar a los adversarios reales dentro de un mismo grupo.
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