Con una economía creciendo arriba de 4 por ciento y sobre la ola de creación de empleos que no tuvo ni Obama, el presidente Donald Trump está desinteresado en una buena negociación del Tratado de Libre Comercio con Canadá y México y no le preocupa la crisis de Centroamérica.
Como republicano, Trump enfoca Centroamérica desde la perspectiva de Henry Kissinger en los tiempos de Nixon: “países no viables”. En los 80 fue la guerrilla que tampoco preocupó a la Casa Blanca porque optó por la vía de la contrainsurgencia y ahora es la migración ilegal que quiere taponar en el río Suchiate y no en el río Bravo.
La estrategia mexicana hacia Trump en los tres temas vitales –migración, seguridad y comercio– ha pasado de la resistencia pasiva del gobierno de Peña Nieto a la de las concesiones adelantadas del equipo del candidato triunfador.
El primer error estratégico de López Obrador fue abrir una negociación con la Casa Blanca sin acta de presidente electo, sin modelo de desarrollo para el comercio exterior y sin redefinición de los principios de política exterior.
Paradójicamente, López Obrador no atendió su propia definición de que la mejor política exterior es una buena política interior: fue a la primera sin la segunda. La designación de Marcelo Ebrard sólo por contactos con los trumpistas y no por algún enfoque de política exterior como elemento de la seguridad nacional mexicana, el inexplicable nombramiento de Juan Ramón de la Fuente en la misión mexicana en la ONU y la carencia de un consejo de seguridad nacional le dejó a Trump todo el escenario diplomático mexicano.
En este contexto, la visita del secretario estadounidense de Estado a la casa de campaña de López Obrador dos semanas después de la victoria y sin la condición institucional de presidente electo benefició a la Casa Blanca porque dejó ver que López Obrador necesita más a Trump que al revés. La carta de López Obrador a Trump fue ingenua, por decir lo menos en el lenguaje estratégico de la seguridad nacional entre naciones, porque más que un acuerdo fue una lista de compras, concepto que en inteligencia significa la revelación de las debilidades de quien la firma.
Las relaciones de México con EU no son ni han sido vecinales o de buena voluntad, sino se basan en los principios guerreros de la seguridad nacional y de la resistencia-dominación. López Obrador y el canciller designado Marcelo Ebrard están siguiendo el manual de Carreño con Washington, cuando el manual más válido es El arte de la guerra, de Sun Tzu.
Se trata del mismo error que cometió Salinas de Gortari en la negociación original del TCL en 1990-1993: encontrarle la cuadratura comercial al círculo de la seguridad nacional para la dominación. Con Salinas no hubo problema ideológico porque el modelo neoliberal ya había sido asumido en su totalidad; con López Obrador habrá conflictos entre su modelo populista de política económica y social y la necesidad de profundizar el modelo neoliberal con la segunda fase del Tratado.
Las relaciones Trump-López Obrador se basarán en el Memorándum Negroponte revelado por Proceso en mayo de 1991 y no en la carta de López Obrador a Trump para decirle que los dos son muy parecidos.
Política para dummies: La política es el arte de ocultar una mentira en una verdad.
Si yo fuera Maquiavelo: “El príncipe puede evitar que conspiren secretamente contra él evitando que lo odien o lo desprecien y empeñándose por todos los medios en tener satisfecho al pueblo”.
Primeras traiciones de Trump; seguridad nacional con AMLO
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