Poco le duraron al señor Andrés Manuel López Obrador los principios que tanto ha pregonado durante todos estos años de activismo político y social, que por cierto son cerca de 30. Al parecer ya entró en una fase de pragmatismo, sabedor de que esta es la última oportunidad que tiene de alcanzar la Presidencia de la República porque sus capacidades físicas han comenzado a mermar, además de que también sabe que su propósito de dividir a la izquierda mexicana a la larga le representará un costoso error.
No creo que quiera pasar a la historia política del país como el moderno Nicolás Zúñiga y Miranda, pero sin lugar a dudas está haciendo todo lo posible. Aquel personaje nacido en Zacatecas conocido como el “candidato perpetuo”, se autodenominó “el candidato de la gente”, y durante 30 años intentó ganarle a Porfirio Díaz, algo que nunca pudo alcanzar, aunque vivió suficientes años para ver fructificar el cambio de régimen político y de gobierno emanado del movimiento revolucionario de 1910.
La primera competencia en que participó Zúñiga y Miranda fue en 1892, asegurando ser el vencedor. Para defender su victoria denunció un fraude, lo que motivó una detención y condena a un confinamiento en solitario de 25 días. Tras salir de prisión se declaró “Presidente Legítimo”, y tildó a Porfirio Díaz de “usurpador”. También participó en 1896, 1900, 1904 y 1910, y cada vez con el mismo resultado, aunque siempre se declaraba “Presidente Legítimo”. Cualquier similitud con hechos recientes es pura realidad.
Los problemas para el señor López Obrador seguirán presentándose por el descuido de dar a conocer futuros nombramientos sin investigar antecedentes de los personajes que integrarán su presunto gabinete. Por lo pronto, los antecedentes de Alejandra Frausto Guerrero, su pretendida secretaria de Cultura, comienzan a darse a conocer y la harán inviable para ocupar un cargo de esa magnitud. Tampoco hay antecedentes de ella en el registro de la Facultad de Derecho de la UNAM, y en Guerrero y en el Claustro de Sor Juana ocupó cargos menores y nunca lo que dijo ser.
La escritora Elena Poniatowska hizo pública su protesta por la adhesión del Partido Encuentro Social en la alianza que encabeza el señor López Obrador, y tiene toda la razón ya que el mismo tabasqueño fue quien hace algunos meses calificara al PES como uno de los partidos al servicio del régimen, junto con el PRI, PAN, PRD, PVEM, Movimiento Ciudadano y Panal. “El fin no justifica los medios” declaró en ese momento, y señaló que no buscaba ganar a toda costa sin escrúpulos morales.
Al parecer esos escrúpulos morales han desaparecido, y seguramente no los saca a relucir porque las cuentas no le cuadran a la hora de las sumas y restas. Aunque no lo quiera aceptar, la lección será de tercios, y el tercio que lo apoya no cuenta con la seguridad de triunfar el año entrante en el proceso que se antoja como el más competido de la historia. Por el momento no hay nada escrito, pero de lo podemos tener seguridad es que al señor López Obrador le han aflorado la promiscuidad y la ambición que siempre adjudicó a los demás. Al tiempo.