Antonio Navalón
@antonio_navalon
En este momento en el que vivimos, todo lo que está sucediendo en el mundo se ha convertido en un espectáculo fascinante, que tarde o temprano llegará a México.
En ese sentido, es importante no dejar de observar a nuestro vecino del norte, que el pasado 5 de abril celebró elecciones primarias en el estado de Wisconsin, dejando de manifiesto diversos aspectos.
Por una parte, el fracaso de Donald Trump y un muro que se aleja. Y por otra, el triunfo del candidato demócrata Bernie Sanders y con ello un sistema que sigue en descenso.
En conclusión: la respuesta contra el sistema político estadounidense ahora son los votos de Sanders y de Trump, ya que representan el perfil del actual establishment político.
Ahora Estados Unidos muestra un comportamiento similar al que tuvo España en sus elecciones generales del 20 de diciembre del 2015, ya que ahí también se manifestó un fuerte voto de castigo contra el antiguo sistema y un cambio considerable en la clase política.
Fenómeno que ha surgido por la desconfianza, la necesidad de encontrar otros dirigentes y líderes, y la intención de acabar con aquellos que lo están contaminando todo con tanta corrupción. Elementos que además siguen siendo imprescindibles en las publicaciones de las redes sociales y del Internet.
Sin embargo, aún se pueden celebrar dos cosas. La primera, que el debate político esté más vivo que nunca en EU.
Y la segunda, que independientemente de que al final del día gane el establishment, todos debemos ser conscientes de que la era de la comodidad llegó a su fin.
Porque ahora la gente ya no prefiere lo malo conocido, sino lo malo por conocer.
Mientras tanto aquí en México, con el proceso electoral de las doce gubernaturas y con las campañas a todo lo que dan, deberíamos preguntarnos quiénes son los que están conformando la actual clase política mexicana.
Y no me refiero a los independientes, ni a los que mueven los hilos detrás de los partidos y de los candidatos, sino al llamado establishment político.
Puesto que aún hay mucho que aprender, y entre eso está el hecho de que ya no existen los secretos, y de que sólo es cuestión de tiempo para que “Los papeles de Panamá” de todo el mundo salgan a la luz pública.
Aunque otra lección que también hay que aprender, no sólo los políticos o los medios de comunicación, sino también nosotros la sociedad, es que nos debemos organizar partiendo de lo que significa el papel que cada uno desempeñamos.
Pero no hay que confundirse, porque así como nosotros somos parte del sistema, también lo es la clase política que ahora ya está agonizando.