El túnel, por el que teóricamente se escapó “El Chapo”, nos puso en evidencia y nos humilló frente al mundo.
Ahora otro túnel –el que acaba de ser descubierto– considerado como el más largo usado por narcotraficantes, que va desde San Diego hasta Tijuana, pone bajo el reflector una serie de situaciones por las que está pasando nuestro país.
Si unimos la airada y fuerte declaración de la precandidata presidencial del Partido Demócrata, Hillary Clinton, en la que califica de indignante la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, con el momento en el que apareció el video en el que se muestra la tortura de una mujer en Guerrero, perpetrada por dos militares y un policía federal.
Y si además, no sólo escuchamos al secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, sino también al secretario de Marina, Francisco Soberón, que ahora asegura que el cumplimiento de las obligaciones militares “por ningún motivo implica o justifica actos ilegales de deshonor o indisciplina”; podemos detectar que se está calentando la maquinaria de los problemas que perjudican a la seguridad nacional.
Hace mucho tiempo que la gente como Donald Trump –y hay mucha a ambos lados de la frontera– acusa y asegura que México es la entrada natural de la inseguridad de Estados Unidos de América.
En ese sentido, el narcotúnel transfronterizo más largo hasta el momento –el de los 800 metros de longitud, en el que se decomisaron mil kilogramos de cocaína y 7 mil kilogramos de marihuana– no sólo exhibe el negocio de las drogas y el de las armas ilegales. Sino que pone de manifiesto un escenario en el que esos túneles que llevan al corazón de la Base Naval de San Diego, podrían ser utilizados por cualquier comando para permitir la entrada de yihadistas, o lo que es peor, de armas de mayor cuantía capaces de hacer mucho daño detrás de la frontera con el imperio del norte.
Todo eso está sucediendo en un momento en el que se están definiendo las candidaturas para elegir al próximo presidente de EU, mientras que nosotros ya estamos presenciando el primer acto de la elección presidencial de 2018, que se conforma por los comicios del próximo 5 de junio para la elección de 12 gobernadores y por la creación de la nueva Constitución de la Ciudad de México.
Ya se están calentando los motores y hemos llegado a un punto en el que todo se entrecruza y no precisamente de manera casual. Mientras que México ahora pasa de ser el país de las fosas o de las leyes que no se cumplen, al país de los túneles que llevan al infierno.
Antonio Navalón
@antonio_navalon