Ya empezó la guerra sucia en el proceso electoral de los 12 gobernadores. Y ya hay “Panama Papers” en todo el mundo, aunque ningún caso, hasta el momento, ha perjudicado en gran medida las cuentas millonarias que tienen algunos de nuestros políticos más importantes.
En ese sentido, si observamos el lado positivo, se podría decir que la clase política mexicana es la que mejor sabe administrarse en el mundo. Como aquel profesor que toda su vida fue funcionario público y logró conformar una enorme fortuna, llamado Carlos Hank González.
Sin embargo, es verdad que la corrupción está en todos los países y acompaña a todos los candidatos.
Pero lo que es importante saber es que en nuestro país para que las autoridades cumplan con su trabajo, como aprobar la Ley Anticorrupción, hay que rezarle a todos los santos, desde la Guadalupana hasta el más mínimo atisbo de conciencia y de dignidad humana que aún le quede a nuestros representantes.
Aunque finalmente toda ley depende de dos cosas: del reglamento que la desarrolla y de lo que dictaminen los jueces. Pero con todas las dificultades que ha tenido el legislativo para que pueda ser aprobada, resulta evidente el motivo por el cual terminamos siendo un pueblo resignado y desconfiado.
Ya nadie cree en nada y sin embargo, el pueblo aún votamos con la intención de que los cargos se elijan verdaderamente con los votos que hay en las urnas.
Por otra parte está la motivación última que recibe el pueblo como las despensas, los regalos y todos factores subjetivos que estén detrás de un ciudadano al momento de ir a depositar su voto. Y pese a que la democracia es forma y fondo, no se toma en cuenta cómo se obtuvo el voto, porque al final lo que cuenta es la victoria.
Ahora tal como se muestra este proceso electoral, es muy difícil predecir lo que va a suceder. Salvo un fenómeno nuevo, porque de pronto como en las líneas de la película francesa “Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?”, donde la hija de unos blancos lleva a casa a su novio de color y dice: “¿adivinen quién viene a cenar esta noche?”. Ahora en esta elección se va colando un “¿adivinen quién es el cuarto en esta contienda?” porque llegó el que nadie esperaba, es decir, Morena.
Eso es un dato muy relevante. Y si yo estuviera en el cuarto de guerra de cualquiera de los partidos tomaría nota. Ya que el efecto nodriza de recoger los votos por parte de los corruptos en los grandes partidos, le da una mayor esperanza a otra intención política, aunque esa sea tan utópica, peligrosa y demagógica como la que representa Andrés Manuel López Obrador.
Antonio Navalón
@antonio_navalon