En el mundo en el que vivimos -donde nada es lo que parece- resulta especialmente llamativo el perfil tan gris que han tenido las campañas para las doce gubernaturas que actualmente están en juego en nuestro país. Situación que significa nada más y nada menos que la base para el lanzamiento hacia la conquista del planeta Pinos en el 2018.
En ese sentido, todo el proceso electoral está siendo muy interesante. Primero porque no hay campañas blancas.
Segundo, porque ya está saliendo a relucir en todas partes lo mejor y lo peor de cada casa. Y tercero, porque las campañas son locales y así se han desarrollado, como si de verdad fuéramos un país serio que por un rato decide ignorar que al final del día el que triunfe en esta partida ganará mucho de cara a las elecciones presidenciales.
Aunque finalmente esas campañas que no llegan hasta la Ciudad de México, terminarán por salvar, ahogar, robar o recompensar a todos los habitantes que las eligieron y votaron por ellas en cada uno de los estados en disputa.
Además ahora existe una gran confusión que se desprende de la idea de que todo está muy empatado, porque francamente eso no es cierto.
Ya que al final todos los estados salvo Hidalgo -sin duda alguna por honrar al secretario de Gobernación- se encuentran sumergidos en un acto de fe. Es decir, que aún tienen fe en la democracia o en el hecho de que ganará aquel que esté mejor entrenado al día de la elección.
Y es que, hace muchos años que las elecciones no implican una ilusión. Hace muchos años que las elecciones han sido sólo el proceso para votar por el mal menor.
Pero lo que me llama mucho la atención por el número de votantes y por la repercusión en estados tan importantes como Puebla, Veracruz, Quintana Roo, Oaxaca, entre otros; es lo gris y lo escaso de las noticias acerca de las campañas.
En este momento todas las campañas se hacen en las redes sociales y su gran ventaja es aquella máxima que se instauró entre los periodistas desde la época en que la prensa empezó a ser tan importante -de la mano del periodista estadounidense William Randolph Hearstque dice: “nunca dejes que la verdad arruine una buena historia”.
Ahora ¿quién ganará?
Porque de momento lo que debemos hacer es tomar buena nota de que actualmente en las campañas electorales aquel que desenfunde más rápido, que no se crea la propaganda del enemigo y que pueda vivir sin mirar siquiera su propia historia –como lo describe Rudyard Kipling en uno de sus poemas- ése será el gran vencedor.
Antonio Navalón
@antonio_navalon