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Puntos sobre las ÍES

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Imágenes para una época Antonio Navalón @antonio_navalon La verdad es que la historia sí tiene segunda parte. La verdad es que el que la sigue, la consigue. Y la verdad es que en toda la historia de la independencia de Cuba, sólo dos presidentes estadounidenses en funciones la han visitado. El primero fue John Calvin Coolidge en 1928, quien […]


Imágenes para una época

Antonio Navalón
@antonio_navalon

La verdad es que la historia sí tiene segunda parte. La verdad es que el que la sigue, la consigue. Y la verdad es que en toda la historia de la independencia de Cuba, sólo dos presidentes estadounidenses en funciones la han visitado.

El primero fue John Calvin Coolidge en 1928, quien bajó del acorazado USS Texas, respetando la Ley Seca estadounidense.

Y siendo la quintaesencia del Tea Party de esa época, miraba con desconfianza a esos vecinos indeseados de la puerta trasera, herederos de una de las mejores operaciones especulativas territoriales de Estados Unidos que en 1898 trajo como consecuencia la apropiación de Cuba, Guam, Filipinas y Puerto Rico.

El segundo fue Barack Obama, quien no llegó sobre los éxitos de una guerra de liberación contra el monstruo comunista, sino que llegó para cumplir lo más importante de las aportaciones de su mandato, en los ocho años de su permanencia en la Casa Blanca.

Porque algo de lo más trascendente del periodo presidencial de Obama hasta este momento, es la forma en la que se dirige la nueva doctrina de las relaciones internacionales del imperio del norte.

Ya que Obama, es de los que creen que por muy poderoso que sea EE.UU. no puede ser el enemigo común de los demás países.

Por eso haciendo una operación que va más allá de lo que conocemos, que es Fidel Castro, Fulgencio Batista y el comunismo a 90 millas de Miami, empezó a cambiar y a poner orden en ese espacio instaurado por sus antecesores mediante el principio de “América para los americanos”.

Fidel Castro sigue vivo y seguramente en el momento en el que el Air Force One arribó en la pista del Aeropuerto Internacional José Martí, se cumplió con uno de los momentos culminantes de su historia.

Y no es que el enemigo hubiera claudicado, sino que éste aceptaba con sus reglas, con sus condiciones y con su régimen ir a visitarlos en un cambio de política que hace tan sólo diez años hubiera sido inconcebible.

Nunca sabré si Osama Bin Ladem coincidía o no con los movimientos de liberación que también se desarrollaron en América Latina, pero lo que sí sé es que después de que las Torres Gemelas se derrumbaron, toda la piel del mundo cambió y este viaje es una de esas consecuencias.

Y así como para poder llegar a Obama tuvimos que pasar por Bush, para llegar a impulsar la paz con los vecinos del Caribe, tuvimos que perder guerras en países como Iraq.

Pero lo cierto es que los acuerdos comerciales y las consecuencias de este viaje, destacan un perfil que va mucho más allá de aquel hombre que le entregará el bastón de mando a quien le suceda, el 20 de enero del 2017.