La verdad es que la transformación de México desde aquellos tiempos del ex presidente Luis Echeverría en los que fueron nacionalizados hasta los cabarés, ha sido un proceso en el que cada adelanto para hacer más competitivo al país y cada paso hacia la llamada economía liberal, ha traicionado inconscientemente al espíritu de la Revolución.
Sin embargo, ese proceso ha sido positivo, sobre todo después del trauma lopezportillista que trajo consigo deuda y crisis económica. Porque con la llegada de Miguel de la Madrid se colocaron los pilares de lo que era el nuevo México, situación que posteriormente nos condujo a esa excelente etapa que en un inicio tuvo Carlos Salinas de Gortari. A partir de ahí la disciplina y el rigor se fueron abriendo paso con una gran contradicción, dejando atrás a los movimientos sindicales.
Pero el problema fue que en esos juegos de liderazgo al margen del pueblo mexicano, el Estado decidió en muchas ocasiones no destinar los medios para que los afiliados tuvieran mejores condiciones. Y simplemente compró la paz social llenando los bolsillos a los capos de los sindicatos para tenerlos contentos y para que nadie hiciera demasiadas preguntas.
Ahora, el Contrato Colectivo de Trabajo renegociado recientemente entre la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y el Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), es un buen modelo para que tanto empresas como sindicatos entiendan que o se cambian las reglas del juego y los líderes sindicales realmente utilizan su poder para el bienestar de sus afiliados, o sencillamente el país resultará inviable.
En ese contexto, entre lo negociado en el contrato y lo que aportará el Estado, la CFE –compañía clave para el desarrollo nacional– tendrá una reducción total del pasivo laboral por 320 mil millones de pesos, que equivale al 100% del pago de prestaciones, pensiones y jubilaciones del personal activo.
Sin duda, esto representa un gran paso hacia delante porque los que negociaron en la mesa sabían que estaban enterrando toda una era.
Y así como el país se juega mucho en los conflictos con los maestros, se juega más en ir resolviendo las cuentas pendientes que tenemos en los pasivos laborales acumulados.
Ahora para que México tenga un futuro necesita incrementar su capacidad competitiva, su calidad de gestión y encontrar equilibrio entre los intereses de los líderes, las aspiraciones legítimas de los trabajadores y el sistema que se desarrolló sobre la base de no cuestionar hacia dónde iba el dinero que el Estado destinaba para las empresas y para los sindicatos.
Antonio Navalón
@antonio_navalon