Hacer política en nuestro país ha puesto de manifiesto que México, pese a ser del planeta Tierra, no se rige por las mismas leyes que conducen al resto de los países.
Y es que, en el mundo ya se escucha el rugido del voto antisistema. Fenómeno que en nuestro país no había trascendido salvo la probadita que nos dio “El Bronco” en Nuevo León. Lo que nos lleva a pensar que México siempre será diferente, por no decir incorregible.
Ahora los datos son claros y el PRI ha perdido una serie de gubernaturas que había mantenido ininterrumpidamente por más de 80 años, tal como sucedió con Tamaulipas y Veracruz. Sin embargo, la percepción de que en estas elecciones el PRI pierde y el PAN gana, es una conclusión engañosa y falsa.
Puesto que ahora el antisistema, que ya está presente en la elección de EE.UU. a través de Trump y Sanders, y en España mediante el partido Podemos, que ocupa el segundo lugar en intención de voto para las elecciones del 26 de junio, también ha llegado a México.
El antisistema llegó a nuestro país demostrando que Javier Corral no sólo es el ganador panista para la gubernatura de Chihuahua, sino que además representa la persistencia que triunfó a pesar de estar en contra del PAN de Ricardo Anaya.
Ese fenómeno también se reflejó en Carlos Joaquín, candidato por la alianza PAN-PRD que ganó la gubernatura de Quintana Roo. Ya que a pesar de que su candidatura en el PRI fue impedida por Félix González –exgobernador– y Roberto Borge –gobernador actual– obtuvo una victoria que significa el rechazo a ciertos sistemas políticos.
Asimismo, el PRI tuvo la oportunidad para cambiar las cosas en Tamaulipas, sin embargo nunca lo hizo. Y no es que ahora el panista Francisco García Cabeza de Vaca vaya a tener una solución milagrosa, sino que en un contexto donde los problemas del estado se relacionan con el narcotráfico, esto es un cambio de tendencia relevante que no se puede menospreciar.
Pero el cambio copernicano de las nuevas gubernaturas no sólo provocará que un partido o un político pierda el poder, sino que a muchos de ellos lo que ya les espera es la cárcel.
Y en ese sentido, la cara amable de la transición pacífica y la alternancia en el poder ha perdido el aspecto que tuvo en el 2000 con el cambio de Zedillo a Fox. Puesto que ya nos dirigimos a una situación en la que habrá una radicalización de la vida pública y varios ajustes de cuentas.
Ahora en estas elecciones ganan algunos panistas que están en contra de la línea del PAN, y ganan algunos políticos que, bajo las siglas del PAN y del PRD, dijeron adiós al gobierno del PRI y terminaron por encarnar en México al llamado antisistema.