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Opinion

Puntos sobre las ÍES

“Ganarle al amigo”

Antonio Navalón
@antonio_navalon

Conforme nos vamos acercando al 2018, se van cambiando los perfiles de las verdaderas batallas en las campañas electorales de nuestro país.

Por ejemplo, el problema no es que el PRI le gane al PAN o viceversa, sino que la elección del 5 de junio será un proceso de selección natural que a través del dinero y de traiciones, provocará que los caballos más destacados se caigan o se rompan las patas.

Por eso, el presidente del PAN, Ricardo Anaya no se anda con nimiedades. Él decide quedarse con los spots y manifestar sus deseos —independientemente de las gubernaturas que se eche a la bolsa— de instalarse como el joven presidente de cabello rapado que México necesita.

Mientras tanto, ¿qué pasará con el partido que dice estar en el Gobierno? Eso es sencillo, porque los rumores apuntan a que mientras en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) se trabaja por ganar las doce gubernaturas, hay maniobras y acuerdos en la oscuridad, que harán de la campaña electoral una carrera de obstáculos que tendrá que ir librando el que hoy preside el CEN del PRI.

Y para lograrlo habrá dos armas mortales, porque la clave no está precisamente en vencer a los enemigos, sino a los amigos. En ese sentido, ¿cuánto presupuesto va a tener el CEN, si México no tiene dinero y si Hacienda practica la Ley Seca con el país?

Además, se debe considerar que el eje en la estabilidad política de los amiguetes y de las alianzas, pasa sólo por algunos estados. Por ejemplo, ¿habrá lucha en Puebla? ¿Se entregará Veracruz? Pero entre todo esto, ¿quién gana al final? Ganan aquellos que ya ocuparon el poder, basándose en no exigir las responsabilidades que correspondían.

Ahora el problema no es Gustavo Madero, ni Margarita Zavala y mucho menos Felipe Calderón, porque el problema es Anaya, ambición pura y dura a cualquier precio.

Y si partiendo de este esquema se hace un acuerdo entre grandes gubernaturas, primero, se elimina de la carrera mayor a un ejemplar de primera mano.

Segundo, es la manera de decirle a ella, la que ocupa la segunda posición en preferencias electorales —después de Andrés Manuel López Obrador— que aquí no tiene nada que hacer. Y tercero, López Obrador pone todo muy fácil, porque como él no quiere ganar, sólo quiere tener la razón, prefiere ubicarse por encima del mundo y sus debilidades.

Por lo tanto, nada sería más sencillo que desplazarlo del mapa electoral, aunque sigue siendo el primero que elegirían los mexicanos. O tal vez, lo que se debe hacer es darle la oportunidad —como a Nicolás Maduro en Venezuela— de tener un programa en televisión nacional que se llame: “Aló Andrés Manuel”.

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