El mensaje no pudo haber sido más inoportuno: el jefe de Gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera, dijo que no solicitará licencia al cargo para irse a disputar alguna candidatura presidencial hasta que pase la emergencia. El error es político o de percepción: la crisis por el terremoto no es una emergencia sino una ruptura social y política.
La crisis por los terremotos es del PRD-Morena. El PRD nació de los escombros del PRI en el entonces DF: la ausencia del gobierno delamadridista luego del terremoto fue subsanada por dos decisiones estratégicas:
Designar a Manuel Camacho Solís encargado de la reconstrucción y entregarle a Carlos Salinas de Gortari el manejo presupuestal de los fondos de emergencia.
Con habilidad política, Camacho puso las bases del PRD en la capital de la República al trabajar coordinadamente con dos personajes que tomaron el control de bases sociales asociadas a los grupos afectados por los terremotos: René Bejarano y Dolores Padierna; fondos y apoyo les permitieron a ambos construir organizaciones sociales delegacionales.
Ahí fue donde los terremotos comenzaron el derrumbamiento del PRI en la capital de la República; y ahí fue donde Cuauhtémoc Cárdenas percibió el poder de las bases sociales fuera del PRI. El avance electoral de Cárdenas en las elecciones de 1988 (30 por ciento en la contabilidad oficial) y el desplome del PRI debajo de mayoría absoluta (50.3 por ciento en las mismas cifras) prohijaron el nacimiento del PRD a partir no sólo del registro del disuelto –ideológica y orgánicamente– Partido Comunista Mexicano.
El dominio perredista en el DF-CDMX comenzó en 1997, luego de no ganar ningún distrito en el DF. En ese 1997 el PRD ganó 96.6 por ciento de los distritos (perdió sólo 1) y ha pasado a 77 por ciento de distritos en 2015 (dividido el dominio perredista entre PRD y Morena, ambos del mismo venero social).
A lo largo de 20 años, el PRD ha dominado las bases electorales, políticas y de gobierno. Y en esos dos decenios el DF-CDMX se ha desmoronado por la corrupción, la pobreza, la delincuencia y la notoria ausencia de un concepto de ciudad. Ahí es donde el PRD y hoy Morena quedaron bajo los escombros dejados por los terremotos de 1985 y 2017. Y los perredistas han gobernado Ciudad de México –ya no es la– como entidad autónoma y no la capital de la República y lo han hecho a nivel de gobierno estatal y de gobiernos delegacionales.
De ahí que la emergencia por los terremotos sea una responsabilidad directa del PRD; en los hechos, la sociedad que se ha volcado solidariamente para remover escombros en busca de sobrevivientes rebasó al gobierno perredista-morenista en Ciudad de México. El apoyo federal y social aplastó –sin posibilidad de sobrevivencia– la supuesta autonomía de CDMX.
De ahí que Mancera deberá escoger su camino político a partir de decidir si la crisis por el terremoto es emergencia o permanente. Los tiempos electorales de 2018 no se compaginan con la crisis urbana: Mancera tendría que solicitar licencia en un mes y precisamente en un mes deberán de estar los primeros reportes sobre la responsabilidad de gobiernos capitalinos y delegacionales en la corrupción urbana e inmobiliaria.
Y el proceso de reconstrucción de CDMX durará largo tiempo, aunque será clave el primer año. Por eso la decisión de Mancera es estratégica: abandonar la ciudad en emergencia social o quedarse a sentar las bases de la reconstrucción política de CDMX.
Política para dummies: La política es el poder de la memoria.
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