Qué sencillo resulta hablar por hablar, si bien esta característica nos diferencia del reino animal, su uso imprudente nos deja peor parados que un primate en cualquier espacio salvaje.
Hablar de lo otro, de quien sea, resulta una especie de deporte nacional, en el que somos expertos mirando la paja en el ojo ajeno, pero incapaces de hacer un ejercicio de introspección profundo, para recomponer lo que nosotros venimos cargando.
En ese tenor, todos los políticos son una bola de pen…sadores limitados, todos los vecinos resultan hoscos y gandallas y nadie parece hacer bien las cosas, por supuesto desde nuestra perspectiva.
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