La semana quinta, a 57 días de la elección, mostró la opción Titanic:
1.- El relevo del presidente del PRI optó por René Juárez Cisneros, un eficaz operador, pero no un hacedor de milagros. Si en Los Pinos le atan las manos como a Manlio Fabio Beltrones en 2015-2016, entonces José Antonio Meade Kuribreña no tendrá salvación.
2.- Si la política es el juego de los secretos, entonces el nuevo dirigente del PRI trasladará el control del partido al Senado con Miguel Ángel Osorio Chong para convertir a la bancada tricolor en una vicepresidencia de contención de López Obrador.
3.- La batalla más fuerte de Meade no ha sido contra López Obrador o Anaya, sino contra la militancia rebelde que fue marginada de las candidaturas, la misma que quiere quedarse con el PRI después de la derrota. Si la militancia rebelde negocia con Juárez, algo podría salvarse, pero en Los Pinos nada quieren con esa militancia.
4.- Luis Videgaray Caso, el jefe del grupo peñista que puso a Meade y que copó los espacios legislativos, no va a perder porque le endosó la derrota a la estructura institucional del partido. Si Meade hace la chica y gana, Videgaray saldrá ganando; si Meade pierde, también habrá ganado por los peñistas en el Congreso.
5.- René Juárez es la última llamada del PRI. Si pacta con la militancia, Meade quedará en un segundo lugar; si no logra amarres, entonces le endosarán la derrota. Sin militancia activa, el PRI quedará en tercero.
6.- Las encuestas después del debate fueron contundentes: Meade siguió bajando y Anaya se despegó de Meade. Las cifras de la encuesta de Reforma son irreales en el dato, no en la tendencia, porque distribuyó indecisos entre los candidatos y sus puntos aumentaron. En cifras brutas, López Obrador sigue en alrededor de 32 por ciento, con Anaya en más o menos 25 por ciento.
7.- El candidato Meade tiene claro el lastre que representan las marcas PRI y Peña, pero está seguro de que no va a romper con ellas. Cuestión de carácter: es un administrador, no un guerrero; su fuerza depende de Peña y de su grupo. Y también decidió no entrarle a la política realista, la que gana elecciones.
8.- La batalla en la quinta semana se trasladó a la competencia López Obrador-Anaya, con el fardo del populismo en las espaldas del tabasqueño. Aunque le doblaron las manitas a Paco Ignacio Taibo II, de todos modos el daño estuvo hecho: López Obrador será un presidente populista. Sólo que está pegando la idea de que quería un populismo tipo Chávez-Maduro, cuando en realidad López Obrador apenas tendría espacio para ser un populista tipo Salinas: no más allá de Pronasol.
9.- Los mensajes de Los Pinos fueron claros: el Presidente de la República ha declarado públicamente no opera negociaciones a favor de Meade, pero la casa presidencial se ha mostrado en medios –sin interés en contenerlos– como la verdadera casa de campaña del candidato del PRIPVEM-Panal.
10.- Peña-Juárez tienen prácticamente una semana para reposicionar a Meade y en Los Pinos hablan de un plan secreto. Sin embargo, ahí la prioridad es salvar la nave peñista, no la República.
Política para dummies: La política es la habilidad para decidir sobre los peores escenarios posibles, con el fin de que cuando lleguen los positivos las expectativas sean mejores.
Semana 5: salvar a Peña y copar al PRI, no hacer ganar a Meade
Indicador Político/ Por Carlos Ramírez
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