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Tercera y última

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Se ha dejado escapar este momento sin precedentes que significa la posible llegada de una mujer.


Hoy en Las Vegas, uno de los lugares míticos que contribuyeron a crear la falsa leyenda de Donald Trump, se realizará el tercer y último debate entre los dos candidatos presidenciales de Estados Unidos. Sobra decir que no hay recuerdo reciente de una campaña tan sucia. Aunque yo añadiría que tampoco hay recuerdo reciente de una contienda tan incompetente.

Trump es terrible y hemos tenido que llegar hasta las últimas consecuencias para saber en qué consiste su condición de vulgar –al atentar contra la razón y al insultar a la inteligencia– y por qué razón gran parte del entorno que lo rodea le ha favorecido.

Pero lo que no es conveniente olvidar es que hace muy poco tiempo, antes de esos comentarios y antes de que el candidato republicano mostrara su verdadera cara, no le importó al pueblo estadounidense colocar a un tahúr en la posición de administrador general del juego.

Y es que, tuvimos que llegar a los niveles más bajos de la pobreza moral para poder condenar realmente a ese especulador inmobiliario. Y aún así hasta este momento sigue teniendo unos niveles de aceptación increíblemente elevados.

Soy de los que considera que en muchos sentidos el mundo estaría mejor en manos de las mujeres. Y ahora espero de ellas no la venganza, sino el autoestima para no permitir que alguien que las considera como un simple objeto de deseo, llegue al poder.

Esta es una campaña miserable, está rodeada de todas las desventuras que ha traído consigo nuestro tiempo.

En ese sentido, Hillary Clinton ha demostrado que el tiempo no pasa en vano. Porque hace 10 años hubiese sido una contendiente excepcional, pero ahora está siendo una candidata noqueada que al final del día no entiende a las nuevas generaciones y tampoco sabe muy bien cuál es el país que va a gobernar.

Además, entre toda esta confusión, pobreza y sentimientos de culpa, se ha dejado escapar este momento sin precedentes que significa la posible llegada de una mujer –por medio de las urnas– al título de emperatriz de la gran potencia mundial.

Pero la verdad es que ni la propuesta, ni la campaña, ni el planteamiento y tampoco el desarrollo nos han aportado nada nuevo y nada bueno.

Aunque lo que sí estamos presenciando por primera vez, es la diferencia entre las campañas reguladas por el pensamiento y los medios de comunicación tradicionales, y este circo universal en el que se han convertido las redes sociales.

Porque ahora lo único que quiere la gente es que los leones devoren a los cristianos del momento, sin importarles incluso que en el segundo tiempo del menú los que figuran en el platillo son ellos mismos.