Parece que llegar a los 68 años de edad no dio más bríos nada más al señor presidente Andrés Manuel López Obrador, sino que también la soberbia y altanería crecieron en consecuencia. Y es que mire usted si no, querido lector, pues en su mañanera de ayer, por ejemplo, atacó una y otra vez al Partido Revolucionario Institucional (PRI) del que, dijo, mostraría una vez más su ascendencia salinista si no Aprueba su (contra) reforma energética. Lo que no entienden tanto el señor López, como sus testaferros, es que -por desgracia-, no entienden.
Nada más que López sabe a dónde echar las bolas ensalivadas y a dónde es mejor no tirar. Mire usted por qué le digo esto, el Embajador de Estados Unidos, Ken Salazar tuiteó hace unos días: “Sostuve hoy importantes reuniones con @GobiernoMX para hablar sobre reforma energética. Quiero aprender más sobre el ímpetu de esta reforma constitucional. Expresé serias preocupaciones de #EEUU. Nos comprometimos a continuar el diálogo sobre este crítico asunto los próximos días”.
Aquí es donde, como decía mi abuela, “mejor machete estate en tu vaina”. Permítanme hacer énfasis en “Expresé serias preocupaciones de #EEUU”. Y es que, después de que Manuel Bartlett afirmó que la contrarreforma sería como el proceso expropiatorio de Lázaro Cárdenas del Río más de uno indicó que el acto contraviene el espíritu del acuerdo de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Ya tendrá tiempo el presidente López de ofrecer las aclaraciones pertinentes a sus contrapartes Joe Biden y Justin Trudeau. A ver si tiene el arrojo de expresarles que ir en contra de su reforma es ir contra los pobres. Los ataques endógenos a sus supuestos adversarios por no comulgar con su política regresiva y cerrada a la inversión privada, serán muy contrarios con su postura exigente ante sus pares del norte. Si defiende su reforma al interior debe hacerlo también afuera y exponer sus verdades totales y no sólo bondades a medias. Sí quiere que México no sufra una crisis energética como España tiene que aclarar las supuestas bondades de su contrarreforma a los inversionistas de Estados Unidos y Canadá. ¿Cómo convencerá a sus representantes este jueves?