Dice el dicho: cuando quieras que algo no sea aclarado o solucionado, crea una comisión para investigarlo o resolverlo. Ha sido el caso de la “desaparición” de 43 estudiantes de la escuela normal Rafael Burgos de Ayotzinapa, en Iguala, Guerrero. Hoy se cumplen nueve años de ese aberrante y proditorio evento del que siempre se ha dicho “fue el Estado”. Y si no fue así, por desgracia, personas vinculadas con el gobierno y sus instituciones han sido señaladas como participantes. Desde la policía municipal hasta las Fuerzas Armadas.
Entonces se culpó a policías municipales y estatales; al entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y a su esposa María de los Ángeles Pineda. A ella se le asoció, con el grupo criminal conocido como Guerreros Unidos. Pero la lista de presuntos implicados no acaba ahí, incluso, se mencionó a integrantes de la desaparecida Secretaría de Seguridad Pública, de Genaro García Luna, las secretarías de la Defensa Nacional y de la Marina-Armada de México. Esta maraña de culpabilidades y complicidades ha logrado que La Noche de Iguala siga en la oscuridad.
A principios de este mes, la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA), filtró mensajes de texto que interceptó e involucrarían a militares, policías y narcos en la desaparición de 43 estudiantes. En su parte toral los mensajes casi dan la misma conclusión a que llegó en su momento Jesús Murillo Karam con su Verdad Histórica y a la del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes: el secuestro, asesinato y cremación de estudiantes fue por una serie de desafortunados eventos.
Los normalistas secuestraron cuatro autobuses de pasajeros para ir a la hoy CDMX a actos del 2 de octubre, sólo que entre esos autobuses iba uno de los narcos cargado con droga que debía ser enviada a Chicago, Estados Unidos. La confusión se hizo presente, la orden de detenerlos, asesinarlos y desaparecerlos se dio y ejecutó. Desde entonces, Murillo afirmó, los restos incinerados fueron desechados en el río Cocula. Lo malo, ahora, es que las Fuerzas Armadas están mucho más fortalecidas que en ninguna otra administración. Se dijo antes, se dice ahora, pero la investigación está peor que nunca.