El pasado fin de semana, circuló en redes sociales un video -publicado originalmente en noviembre de 2023-, de Jenaro Villamil, titular del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano en el que, según él, iba a presentar la “camiseta de la chaviza”. ¿De qué se trataba? Pues de una prenda color negro en la que resaltan en blanco, la imagen de una calavera con un dedo haciendo la señal de guardar silencio, y con la leyenda “Un verdadero hombre nunca habla mal de López Obrador”. ¿La santa muerte comulga con Morena?
Digo, no estamos hablando de cualquier persona, sino de la encargada de llevar los medios de comunicación del gobierno federal. ¿Qué se puede colegir de esto? Que el encargado de los medios de comunicación estatales, hace apología de la violencia y, lo peor, que a través de ello, se hace culto a la personalidad. De este fenómeno encontré una declaración en Wikipedia del soviético Nikita Jrushchov en su discurso del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1956.
“El culto a la personalidad… es una elevación a dimensiones casi religiosas o sagradas de figuras de líderes carismáticos en la sociedad o la política. En los regímenes totalitarios es a menudo una forma de culto a la persona del líder supremo”. Lo peor de esto es que se trata de una réplica burda de otro movimiento de Hugo Chávez, “Aquí no se habla mal de Chávez”. Esta fue la orden de Diosdado Cabello, vicepresidente venezolano, quien exigió que de esa manera se defendiera al comandante de un documental que se presentó en streaming en América Latina, claro, con excepción de Venezuela.
¿Qué pretende Villamil? ¿Llevar al paroxismo la polarización del país? ¿Conjugar la imagen de lo que muchos suponen es la “santa muerte” con la de López Obrador? Si este funcionario federal, cree que esto es elevar la relación del pueblo bueno y sabio con la del mesías tabasqueño, está mucho muy mal. Un verdadero hombre nunca hace las sandeces de Villamil, así haga mucho calor. Un verdadero hombre convoca a la unidad y no al culto de la personalidad. Un verdadero hombre…
