El domingo pasado las únicas dos mujeres que aspiran a suceder a Alfredo del Mazo Maza en la gubernatura del Estado de México, Alejandra Del Moral Vela (PRI) y Delfina Gómez (Morena), cerraron su etapa de precampaña y aceptaron la candidatura formal por parte de sus respectivos partidos. En los próximos días habrán de aceptar ser abanderadas por parte también de los organismos políticos aliados. Texcoco, enclave morenista, fue el municipio elegido para lo que varios analistas coincidieron en señalar: medir fuerza.
Mientras unos hablaban de reunir a cuarenta mil personas, otros señalaban de hasta sesenta mil seres. Los discursos más que similares, casi idénticos. Ambas candidatas se adjudicaban haber tenido la mejor precampaña y, por ende, el mejor cierre. Lo cierto es que seguidores y simpatizantes tuvieron tiempo para bascular las ofertas políticas y darse una idea de cómo podría ser la posible forma de gobernar de cada una de ellas. Lo que sí se puede afirmar es que el electorado tiene los expedientes abiertos de cada una de ellas y puede tomar la mejor decisión.
Ahora basta esperar al 2 de abril para la resolución para el registro de candidaturas y un día después, o séase el 3 de abril y hasta el 31 de mayo de 2023 nos veremos inmersos ya en plenas campañas, mismas que sean de gran calado, con altura de miras, y correspondan a las dos damas que protagonizarán este duelo electoral donde hay muchas cosas en juego, principalmente uno de las mayores participaciones presupuestarias de todo el país, la joya de la corona. Serán dos meses de oferta política que se ha de analizar a fondo para evitar sorpresas.
PRURITO: una vez más la austeridad republicana y la pobreza franciscana que tanto pregonan el presidente Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores han quedado en el ridículo por dos de sus funcionarios, uno a nivel estatal y el segundo federal. El primero alardeó de su asistencia al Super Bowl ¡todo gratis!, según él por cortesía de un pariente. Si, cómo no. El segundo caso sería el de un exguerrillero degustando una botella de vino con valor de más de cien mil pesos. Vengan las explicaciones, al fin que ya sé que será puro “choro mareador”.