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Desafiando protestas y pobreza, haitianos apelan a creatividad para tener bodas con estilo

PUERTO PRÍNCIPE, 17 sep (Reuters) – Mientras manifestantes antigubernamentales en la capital de Haití bloqueaban carreteras y se enfrentaban con la policía el año pasado, Stanley Joseph y Daphne Gerard usaron los caminos sinuosos y llenos de baches de la ciudad para llegar a la iglesia para su boda, ataviados con todas sus galas.

La novia se había preguntado si debían posponer su gran día cuando quedó claro que la mayoría de los invitados no iban a poder asistir, debido a los violentos disturbios que se habían apoderado de Puerto Príncipe durante meses. Pero habían gastado mucho dinero y tiempo planificando el evento.

Joseph, de 36 años, sintió que podían hacer que funcionara, aunque eso significara alquilar un avión para traer a los padres de la novia desde el sureste del país.

Así son los desafíos para los haitianos, donde para casarse las parejas a menudo tienen que superar obstáculos aparentemente interminables, desde disturbios y huracanes hasta cortes de energía y, sobre todo, la pobreza.

Pero pese a todo las parejas se casan, y con estilo.

“Siempre tenemos problemas en Haití. No puedes esperar, tienes que seguir adelante y superarlos”, dijo Joseph, quien vestía un traje plateado y una corbata lila, haciendo juego con los vestidos lila de las damas de honor. “Estaba estresado pero feliz”.

El matrimonio no está tan extendido en Haití como en otros países occidentales, dada la larga tradición del ‘plasaj’, una relación matrimonial informal que es común en las áreas rurales pero no reconocida legalmente.

Sin embargo, el matrimonio tiene mayor prestigio y es particularmente favorecido por los sectores más ricos y cosmopolitas de Haití, según el sociólogo haitiano Tamas Jean Pierre, sobre todo porque es reconocido en el extranjero.

Las comunidades protestantes que asisten a la iglesia también favorecen el matrimonio, especialmente si una pareja está esperando un hijo. Algunas escuelas religiosas solo aceptan alumnos si sus padres pueden proporcionar un certificado de matrimonio.

El plasaj, en tanto, no otorga derechos como la manutención de los hijos en caso de separación o una parte del patrimonio de un socio si muere.

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LUJO PARA POCOS

Aún así, en un país donde más de la mitad de la población vive por debajo del umbral de pobreza de 2,41 dólares al día, solo las parejas más ricas pueden permitirse el lujo de una ceremonia de boda, una cena lujosa y una luna de miel.

La mayoría tiene que ser creativa. A veces, varias parejas se casan al mismo tiempo para ahorrar en las cuotas de la iglesia.

Pueden saltarse la recepción o, en el campo, ofrecer una comida sencilla de pan, plátanos fritos, arroz y café. A veces, todo el pueblo colabora con la comida.

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Otro hecho común es la aparición de disputas cuando no hay suficiente comida para todos los invitados, o cuando éstos intentan llevarse platos o bebidas a casa. Por lo general, el pastel no es lo suficientemente grande para que todos tengan un trozo, por lo que se exhibe durante la boda y se consume más tarde en casa por la pareja y sus seres más cercanos.

La pareja puede contratar una camioneta pickup o mototaxis para transportar a la gente, o simplemente caminan a la iglesia, sudando con su ropa de boda en el calor tropical.

A pesar de la estrechez económica, la espectacularidad de la ceremonia nunca falta. “Se trata en parte de expresar estatus social. Hasta las mujeres más pobres se esfuerzan por tener una boda hermosa, lo que para ellas significa una gran y llamativa procesión de la que la gente hablará durante mucho tiempo”, explicó el sociólogo Jean Pierre.

Si una pareja tiene parientes en el extranjero dispuestos a ser los padrinos o testigos, estos generalmente harán una contribución financiera, incluida la compra y el envío del vestido de la novia.

La cantante de reggae Mirla-Samuelle Pierre, de 32 años, dijo que su prima, que vive en Nueva York y fue la madrina de su boda, le compró un vestido, zapatos, guantes y una corona brillante.

“Quería ser diferente a todos los demás, así que conseguí la más grande que había”, dijo Pierre, quien se casó con su baterista y compañero de banda Duckyns St-Eloi, más conocido como ‘Zikiki’.

La boda fue en la iglesia, principalmente para complacer a sus padres. Pero el tema de la decoración fue ‘rastafari’, reflejando la cultura del novio con rastas.

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(Escrito por Sarah Marsh. Editado en español por Javier Leira)

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