Por Isaac Chais
“Hay veces que no es necesario ver toda la película para saber el final”, Frank Underwood.
Esta frase que escuchamos en algún punto en voz del presidente Underwood al final de la temporada 5 de “House of Cards”, hace parecer que las interrogantes que rodean a la pareja presidencial podrían no tener una resolución final, este hecho dota a la serie de un misterio que logra atrapar al espectador en los episodios finales.
Para la sexta temporada, la serie original de Netflix no puede negar la ausencia y el peso del personaje interpretado por Kevin Spacey, quien aparentemente, como una pieza inamovible del tablero, se plantea como un ente implacable y sin límites, que aporta de diversas formas atractivas al guión.
A pesar de la ausencia de Frank, la complejidad del resto de los personajes -que se vio enriquecida a través de las temporadas-, logra llenar el vacío adelantado que dejó una polémica en torno al actor que lo interpreta, sin que la historia perdiera el interés de una de las más exigentes audiencias de la plataforma.
Muestra de ello está en que dentro de esta sexta entrega, el personaje de Claire Underwood, interpretado por Robin Wright, no es el único que carga con el peso de la serie, sino que otros elementos histriónicos toman un impulso sólido para aportar detalles relevantes a una serie que por largo tiempo consideró a Frank como la más valiosa pieza en el tablero.
Por otra parte, la inesperada muerte de Francis para esta temporada se logra ver capitalizada como un elemento de la trama que está latente y que termina por convertirse en una de las incógnitas más fascinantes por descifrar.
“House of Cards”, con su temporada final disponible en la plataforma a partir del 2 de noviembre, cumple con las expectativas de una audiencia más rigurosa, que fortalecida con sus tropiezos hace imposible predecir el final de la “película”.
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