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Árboles, pájaros, estanques: antiguo lago en México recupera terrenos de cancelado aeropuerto

Por Daina Beth Solomon

TEXCOCO, México, 7 sep (Reuters) – Tallos de maleza brotan del suelo donde se suponía que despegarían los aviones en un nuevo aeropuerto de Ciudad de México, mientras las autoridades dejan que la naturaleza se haga cargo en su intento por transformar los terrenos de la obra en un gigantesco parque.

Los esqueletos fantasmales de una torre de control parcialmente construida y una terminal de vuelo son reconocibles en el estilo de Norman Foster, el arquitecto británico a cargo del proyecto insignia del Gobierno anterior en un área de 4,800 hectáreas al este de la capital.

Al asumir el cargo en diciembre de 2018, el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió cancelar su construcción, valuada en unos 13,000 millones de dólares, basándose en los resultados de una cuestionada consulta popular, tras argumentar que sería costoso evitar que se hundiera en el suelo pantanoso de un antiguo lago.

En lugar del elegante diseño de Foster, cuyos galardonados edificios en forma de red de acero y vidrio salpican el mundo, López Obrador optó por expandir una base aérea militar a las afueras de la ciudad.

La zona de construcción abandonada es ahora parte de un proyecto para conservar 12,200 hectáreas de marisma en lo que alguna vez fue el enorme lago de Texcoco antes de que los colonizadores españoles en el siglo XVII comenzaran a drenar el agua para evitar inundaciones en su floreciente asentamiento.

Aproximadamente la mitad de esa área está programada para uso público, incluido un espacio para eventos y deportes, más del doble del tamaño del Central Park de Nueva York.

El arquitecto Iñaki Echeverría, que supervisa el proyecto, tiene como objetivo abrir una parte del parque en marzo del próximo año y ofrecer acceso completo para 2024.

“La restauración se empezó a dar el momento que se detuvo la obra. Esto habla de la increíble resistencia de la naturaleza del sitio”, dijo.

Las autoridades señalan las recientes inundaciones como prueba de que el mantenimiento habría sido difícil y dicen que se completó menos del 20% de la construcción. Para cancelar más de 600 contratos que quedaron en el limbo, se tuvieron que pagar unos 13,000 millones de pesos (603 millones de dólares).

Durante una visita la semana pasada, un foso de agua verde se había levantado alrededor de un edificio parecido a un platillo volador, donde una torre de control sobresale 20 metros del piso, menos de un tercio de su altura prevista.

Los pájaros se deslizaban en un estanque debajo de columnas de barras de acero entrecruzadas que debían convertirse en una terminal que recibiría a unos 70 millones de pasajeros al año. Las piezas se venderán como chatarra.

El proyecto de conservación ha sido aclamado por López Obrador como una “nueva Tenochtitlán”, refiriéndose a la capital azteca centenaria construida en medio del extenso lago, donde hoy se encuentra Ciudad de México.

Parte del trabajo de Echeverría es convencer a los habitantes de la capital de que vale la pena visitar los humedales. “La gente que piensa que no hay nada ahí, no lo conoce bien”, dijo.

(Un dólar = 21.5610 pesos mexicanos)

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(Traducido por Noé Torres)

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