Vivir lejos de México y ser un cincuentón, reconoce Alfonso Cuarón, fueron los elementos primordiales
que lo llevaron a hacer Roma, su octava película en 27 años de carrera, que tras ganar el León de Oro en el
pasado Festival de Cine de Venecia, está nominada a tres premios Globo de Oro y ocho Critics Choice Awards, además de ser una de las favoritas para acaparar los reflectores durante los anuncios de las nominaciones al Oscar.
“Tiene que ver con un efecto secundario de vivir lejos de mi país, de extrañarlo y de pensarlo mucho; pero también de que soy una persona entrada en años y me he puesto a reconsiderar mi vida. Esas fueron la necesidades, lo que detonó a Roma”, explica el director de cine en entrevista.
A ellos se suma la inquietud de explorar una llaga personal y familiar, al tiempo de analizar una llaga social del México de principios de los años 70 que, a decir de Cuarón, en la actualidad sigue abierta.
Roma, su película más personal hasta la fecha y que a partir de este viernes estará disponible para los suscriptores de Netflix en todo el mundo, expone las jerarquías sociales en una década llena de inestabilidades políticas, pero también es un retrato emotivo de la lucha diaria de una familia que vive en la céntrica y tradicional colonia Roma de la Ciudad de México, de la que toma el nombre la cinta y donde vivió Alfonso Cuarón.
“Quise contar esta historia porque fue la época en que sucedieron diversos eventos en mi vida y que fueron transformadores. No es una película acerca de mí sino de lo que me tocó vivir, pero concentrado en Cleo, papel inspirado en Libo, la empleada doméstica de ascendencia mixteca que trabajaba en mi casa y quien es uno de los seres que más quiero en la vida”, subraya Cuarón.
Libo es la nana que cuidó de Cuarón durante su infancia y a quien el director le dedicó el León de Oro que ganó en el Festival de Cine de Venecia. “No sé si a través de esta historia estoy enalteciendo a las empleadas
domésticas, sólo sé que es un caso que tiene un final feliz, porque se refiere a una mujer que se convierte en pilar para una nueva familia.
En ella se hace clara la separación de las clases sociales, que en México me parecen perversas; sobre todo porque según una encuesta, más de 80 por ciento de ellas no tienen prestaciones”.
Revela Cuarón que cuando decidió hacer Roma no era consciente de sus consecuencias, y admite que fue un rodaje largo y complejo. “Fue ya avanzado el rodaje cuando me di cuenta de lo mucho que me estaba afectando, de lo intenso y, a veces, doloroso que estaba resultando para mí, pero al mismo tiempo de la suerte que tenía de poder recrear y revisitar mi vida, cosa que no todo el mundo tiene la posibilidad de hacer”, señala el cineasta.
Unos tacos con Cuarón
Una noche de junio de 1996, en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, conocí personalmente a Alfonso Cuarón, cuando ambos coincidimos en la banda mecánica donde se recogen las maletas.
El cineasta ya había realizado tres películas: Sólo con tu pareja, La princesita y Grandes esperanzas, aunque únicamente se habían estrenado en México las dos primeras cintas.
En ese momento Cuarón no era, ni de cerca, el rockstar que es ahora, así que me aproximé para saludarlo y decirle que sus películas eran estupendas. El saludo se convirtió en una amena charla. Le dije que era periodista y que me gustaría entrevistarlo largo y tendido en otra ocasión. “¿Y por qué no hacemos la entrevista de una vez? Mira, tengo un poco de tiempo, porque debo esperar un enlace para Guadalajara, y
también tengo un chingo de hambre. Te invito unos tacos y una chela, y ahí hacemos la entrevista, qué te parece”.
Acto seguido, ambos pedíamos una orden al pastor con todo y unas Victorias bien frías.
Cuarón contó como fue que lo expulsaron del CUEC (la escuela de cine de la UNAM), junto al “Chivo” Lubezki, por empeñarse en hacer un ejercicio escolar en idioma inglés y buscar comercializarlo.
También dijo que fue velador en un museo y que tuvo que hacerla de jalacables en varias películas, antes de encontrar a los “valientes que financiaran Sólo con tu pareja”, su ópera prima.
También me dijo que cuando conoció a su colega Guillermo del Toro, durante la grabación de un episodio de la serie de televisión La hora marcada, para la cadena Televisa, “casi terminamos a madrazos, porque me dijo que el episodio que yo había dirigido era una vil copia de un cuento corto de Stephen King, y que me había quedado bien culero, porque no respetaba la esencia de la historia”.
Al final, Cuarón aceptó la influencia de Stephen King y también que había hecho ese capítulo a las carreras. Desde ese momento, los dos se hicieron extraordinarios amigos.
POR ROGELIO SEGOVIANO