ROGELIO SEGOVIANO
La película Los últimos Jedi, la octava entrega de la saga fílmica Star Wars, que este jueves llega a las salas de gran parte del mundo –incluyendo las de México–, arranca con la vertiginosa secuencia de una espectacular batalla espacial y, desde entonces, el vértigo y la emoción casi no parará hasta el final.
Claro, en el filme hay también momentos más intimistas ligados a la relación de Rey (Daisy Ridley) con Luke Skywalker (Mark Hamill) y con un conflictuado Kylo Ren (Adam Driver) que lucha contra sus contradicciones internas, pero casi nunca detiene su acelerada marcha, que encuentra en cada aparición de la general Leia Organa (Carrie Fisher) momentos de emoción que tienen que ver tanto con los méritos de la película como con la inevitable sensación del espectador de sufrir por la prematura muerte (hace un año) de la ya mítica princesa galáctica.
La incorporación del estadounidense Rian Johnson como guionista y director en la saga de Star Wars suponía no pocos riesgos. Más allá de sus antecedentes (Brick, Los estafadores, Looper: Asesinos del futuro y un puñado de los mejores episodios de la serie Breaking Bad como, por ejemplo, “Ozymandias”), había dudas sobre su capacidad para trabajar como autor y narrador de la herencia dejada hace dos años por el realizador y coguionista J.J. Abrams en El despertar de la fuerza.
De acuerdo con las primeras críticas a la película de 152 minutos de duración, Johnson no sólo aportó su estilo personal a la historia, sino que consiguió la que probablemente sea la película más sólida, fluida, divertida y emotiva de la saga desde… El imperio contraataca.
Ahora, justo cuando la franquicia creada por George Lucas está cumpliendo 40 años, finalmente parece haber encontrado la madurez que tantos le reclamaban.
Los cambios que propone Los últimos Jedi pueden generar también cierta decepción entre aquellos cinéfilos ortodoxos que añoran el viejo espíritu de los primeros capítulos, pues por el tono, clima, estética y conflictos que ahora se presentan, es evidente que los ejecutivos de los estudios Disney también han extendido sus brazos en el universo de Star Wars, pero sin que eso signifique algo malo o perverso. No sería extraño que esta sea la película que mejor conecte con un público familiar, lo cual será irritante para algunos “puristas”.
En este octavo episodio que enfrenta a los rebeldes de la Resistencia contra los malvados de la Primera Orden y su Líder Supremo Snoke (Andy Serkis), el general Hux (Domhnall Gleeson) y el siempre indeciso Kylo Ren hay un poco de todo: desde la confirmación de Finn (John Boyega) como héroe de acción pasando por la evolución del piloto Poe Dameron (Oscar Isaac) para convertirse en una suerte de sucesor de Han Solo