Por Capital México
Cada 20 de noviembre se conmemora la Revolución Mexicana que heredó aspectos políticos y sociales que aún rigen al país, también quedaron palabras y expresiones que nos trasladan a aquellos tiempos de confusión y esperanza.
Checa aquí las frases de la Revolución que aún ocupamos:
“Sepa la bola”
La bola, en los tiempos de la Revolución Mexicana, eran las personas que se levantaron en armas contra el gobierno de Porfirio Díaz.
Cuando había destrozos o saqueos y no había a quién echarle la culpa, la gente simplemente decía que había sido “la bola”
“Hecho la mocha”
Esta frase se remonta a las locomotoras y trenes de la Revolución. Para acomodar los vagones en los patios, en un principio se usaban las mismas pesadas locomotoras que arrastraban a los trenes y para agilizar estos movimientos, se diseñaron locomotoras especiales más ligeras, más cortas y sobre todo, más veloces.
Cuando los ferrocarrileros las vieron, les pareció que estaban recortadas y por eso la llamaron “las mochas”.
De ahí quedó que decir “hecho la mocha” tomara el significado de moverse con rapidez.
“Carrancear”
En México, carrancear significa robar. El verbo se acuñó por la idea que representaba Venustiano Carranza y sus soldados, que llegaban a los pueblos y sin miramiento para despojar de sus pertenencias a sus habitantes, de acuerdo con el portal de Algarabía.
“Chupar faros”
Los fusilamientos estuvieron a la orden del día y precisamente de este suceso cruel, sanguinario pero justiciero, para quienes lo realizaban, nació la famosa frase “Chupó faros” o “Ya chupó faros”.
Como una cortesía a los condenados a morir, fueran de un bando o de otro, oficialistas, villistas o zapatistas se les daba un cigarro para calmar el nervio.
En ese entonces la marca más popular era Faros, aquellos pitillos mexicanos envueltos en papel arroz que aún se consiguen en una que otra tienda.
“Los bilimbiques”
Cuando comenzó la Revolución Mexicana cada caudillo imprimía sus billetes y sólo valían en su territorio o mientras duraba su poder, lo que provocaba una confusión entre la población porque esta moneda se convertía en papel sin valor en poco tiempo.
Se cuenta que este extraño nombre se originó por Billy Week, un norteamericano que fungía como pagador en una mina de Cananea y que, al escasear la moneda, pagaba con unos vales que llevaban su firma.
Los trabajadores los llamaron bilimbiques, nombre que se extendió para nombrar a los billetes revolucionarios que no servían para comprar nada, igual que los vales con los que pagaba el señor Billy Week.